jueves, 13 de abril de 2023

Alegrándome la vida

 Se llama Javier, es sacerdote, y parece destinado a alegrarme la vida. Comparto lo que me envía por wass...Me viene genial porque sigo sintiendo dolor físico. Tremendo. 

En un país en el que se ataca al clero de una forma despiadada, yo no puedo hacer otra cosa que decir cosas buenas de las monjitas de mi cole que durante 13 años de mi vida me enseñaron a ser, en primer lugar, buena persona. Estudiosa, al máximo de mis capacidades, autoexigente y muy ordenada. Y un cura de los Dominicos de Oviedo, en COU, nos ayudó a entender filosofía e incluso a hacernos reír aprendiéndola. 

Comparto también estas risas. También me enseñaron a ser generosa. 

Al margen de los errores que todos los humanos podemos cometer, es evidente y obvio que en ese grupo de personas, en esos colectivos, la valía personal y la bondad está por encima de la media del resto. Y dedican sus vidas, muy duras vidas por cierto, a servir y ayudar a los demás. 

Y eso merece R-E-S-P-E-T-O. MUCHO RESPETO. 



Este anterior me hace gracia, especialmente, porque no hay nada que me aburra más que el pronóstico del tiempo. No lo escucho jamás. 







Y esto, del baño de un centro comercial en el que estuve un día de estos, es de lo más animoso, habida cuenta de que la verdadera belleza de una mujer, VA POR DENTRO. Y que no hay más que mirar la cara de cada una para contemplar el ESPEJO DE SU ALMA. 


Estas recomendaciones de aquí debajo, en SUIZA, son innecesarias. Vive gente muy civilizada en ese país.