Se llama Javier, es sacerdote, y parece destinado a alegrarme la vida. Comparto lo que me envía por wass...Me viene genial porque sigo sintiendo dolor físico. Tremendo.
En un país en el que se ataca al clero de una forma despiadada, yo no puedo hacer otra cosa que decir cosas buenas de las monjitas de mi cole que durante 13 años de mi vida me enseñaron a ser, en primer lugar, buena persona. Estudiosa, al máximo de mis capacidades, autoexigente y muy ordenada. Y un cura de los Dominicos de Oviedo, en COU, nos ayudó a entender filosofía e incluso a hacernos reír aprendiéndola.
Comparto también estas risas. También me enseñaron a ser generosa.
Al margen de los errores que todos los humanos podemos cometer, es evidente y obvio que en ese grupo de personas, en esos colectivos, la valía personal y la bondad está por encima de la media del resto. Y dedican sus vidas, muy duras vidas por cierto, a servir y ayudar a los demás.
Y eso merece R-E-S-P-E-T-O. MUCHO RESPETO.