Él puede coger un plato de lo alto del armario de la cocina, con tan
sólo alzar levemente el brazo.
Él puede pasar una tarde entera haciendo de príncipe azul o del papel
que su hijita le conceda en la sala de juegos y renunciar a sus revistas de
cine sin dificultad.
Él puede construir para ella una casita de muñecas a la medida de sus
caprichos.
Él puede traer un olivo centenario de la otra punta de España para su
familia y construir una preciosa jardinera para plantarlo, como si llevara toda
la vida haciéndolas y era la primera.
Él puede congelar un instante de felicidad con una botella de champán a
la que le conecta cables de fibra óptica, resultando en una original escultura.
Él puede construir para sus hijos una casita en un árbol, con su
escalera y su columpio, y su tobogán, porque sí, porque él puede…..
Él puede contar cada noche un cuento distinto a sus hijos, un cuento
pensado y creado sólo para ellos y, aunque podría escribirlos, entiende que los
lujos son precisamente eso, lujos exclusivos para sus hijos.
Él puede hacer una preciosa escalera con traviesas de ferrocarril para
que sus hijos no se mojen los pies, si caminan por el prado y está húmedo.
Él puede enseñar a su hijo los secretos del ajedrez para ayudarle a ser
lo que es: un gran jugador de este difícil juego.
Él no puede tocar el piano…
Pero eso, ya puedo hacerlo yo.