Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL de ECONOMÍA
de EL COMERCIO el 08/05/2022
https://www.elcomercio.es/economia/decalogo-supervivencia-crisis-20220508014139-nt.html
Decálogo de supervivencia
para una crisis
La grave situación
actual se escapa al control del ciudadano medio, que solo puede esquivar el
golpe o aminorarlo de la mejor manera posible. He aquí diez medidas para ello
Estamos en una grave
crisis, amable lector. Bien lo sabe usted. Más bien, se trata de una tormenta
perfecta resultado de una pandemia aún no superada del todo que supuso un parón
brutal de la actividad económica y, para algunos, el cese definitivo de su
actividad. Tras ello, una escalada de precios que ha traído un considerable
incremento de los costes energéticos, todo ello agravado por la invasión de Ucrania
por parte de Rusia, con Putin como ideólogo del desastre civil y económico
tanto para Ucrania y para Rusia como para el resto de países europeos. Estamos
sufriendo, además, una escalada en la inflación, que se acerca al doble dígito.
Todo esto se escapa al control por parte del ciudadano medio, ante lo cual solo
puede intentar defenderse y esquivar el golpe o aminorarlo de la mejor manera
posible. He aquí un decálogo de medidas a tal fin.
1.Mejorar la gestión de los activos bancarios: Los activos del
banco (préstamos y créditos) son los pasivos de quien solicita la financiación,
sea esta o no hipotecaria. El cambio en la hipoteca a otra entidad bancaria es
una posible solución si no tenemos contratada la mejor opción para nosotros.
Para contratar el mejor préstamo hipotecario es necesario hacer tres cosas:
conocer y comparar las ofertas de distintos bancos, saber cuál es la cuota
máxima que podría soportar la economía familiar y explotar las posibilidades de
personalizar las condiciones, porque si somos personas solventes todas las
condiciones públicas pueden ser mejorables de manera privada. Es una lección
constante que repito a mis alumnos: una buena negociación con el banco es una
de las negociaciones más importantes de nuestra vida económica. El cambio de
entidad bancaria para la hipoteca siempre es posible si las nuevas condiciones
mejoran claramente las previas y si compensan los gastos de cambio.
2.Mejorar la gestión de los pasivos bancarios: Nuestros
depósitos (cuentas corrientes, cuentas de ahorro...) son los pasivos bancarios,
esto es, los activos de nuestra contabilidad doméstica. La mayoría de los
bancos apenas paga intereses por los ahorros de sus clientes debido al entorno
actual de tipos de interés en mínimos, y algunos de los que lo hacen exigen a
cambio que el cliente se vincule (domicilie sus ingresos o recibos, por
ejemplo). Pero siempre hay excepciones y hoy día es posible contratar cuentas
de ahorro sin comisiones y sin vinculación con una rentabilidad superior a la
media.
3.Mejorar la factura de la luz: Los incrementos en las
facturas han sido espectaculares. Una posibilidad es cambiar tarifas del
mercado libre, dado que según datos de la CNMC (Comisión Nacional de los
Mercados y la Competencia), las tarifas de precio variable han demostrado
históricamente ser las más beneficiosas para la mayoría, ya que hay horas y
meses en los que la electricidad es más barata. Otra opción es contra-ofertar a
nuestro proveedor. No hay derecho a que se cobre menos a nuevos clientes que a
los veteranos. Yo lo he aplicado y funcionó: amagas con irte y bajan la cabeza.
Soy nuevo cliente a precio mucho más barato de la misma compañía con la que
tengo el servicio desde que me casé, allá por el cambio de siglo. El control de
uso también es muy importante.
4. Ahorrar en el consumo de agua: Además de contribuir a la
sostenibilidad, mejorará nuestra factura. Es necesario ahorrar agua. Una
persona consume de media 132 litros al día según cifras del INE. Hacer un uso
adecuado del agua es una responsabilidad individual y, en cuestión del hogar,
somos nosotros los que debemos saber gestionar su consumo de la manera más
apropiada. Aplicar pequeños gestos como cerrar el grifo mientras nos afeitamos
o nos cepillamos los dientes puede bajar el consumo. Todo ayuda en este ahorro
tan importante para nosotros y para el planeta.
5. Ahorrar en seguros, servicio de internet...: El mismo truco
que puede servir para la compañía de la luz es útil con los proveedores de
otros servicios. Vivimos en un entorno de ofertas y contraofertas continuas, lo
cual puede ayudarnos a mejorar nuestras condiciones. En el caso de los seguros
es muy habitual y la digitalización de los servicios ha ayudado a agilizar
estos procesos.
6. Ahorrar en la cesta de la compra del supermercado: En plena
pandemia ya empezamos a notar una subida importante de precios en los
supermercados. De hecho, fueron de los que mantuvieron la actividad económica,
cuando no podíamos salir de casa, pero podíamos salir a comprar comida. Hacer
la compra 'on-line', eligiendo estrictamente los productos que realmente
necesitamos y evitando tentaciones presenciales, puede ser una inteligente
estrategia.
7. Incrementar el uso del transporte público y de la
bicicleta: Con el incremento desmesurado en el precio de los combustibles, recurrir
en mayor medida al transporte público, además de ser favorable para la
sostenibilidad, lo es para el bolsillo. Pensar en usar más la bicicleta, una
asignatura pendiente en un país con tantas horas de sol como el nuestro, es
otra sabia decisión. No solo mejoraremos en salud, sino en nuestra economía. Es
una cuestión de conciencia social, por nosotros mismos y por el planeta.
8. Reducir el pago del IRPF: Ahora que estamos en plena
campaña, tratar de considerar la declaración del impuesto con todas las desgravaciones
y ventajas posibles para el declarante no solo es lícito, sino recomendable
para el ciudadano fiel a su cita con Hacienda. Haciendo las cosas bien, es
posible ahorrarse cantidades importantes en la declaración.
9. Cambiar definitivamente a la mentalidad de ahorro: Suena
difícil, pero en esta tesitura de pérdida de poder adquisitivo por el
incremento de la inflación, unido al hecho contante y sonante de que nuestros
ingresos no se han visto incrementados en la misma medida, no queda otra que vivir
con mentalidad de control y, si es posible, reducción de gastos. Ahorrar,
además, es uno de los propósitos más repetidos, pero, muchas veces postergado.
El día a día nos come literalmente. Un buen punto de partida es empezar el año
analizando cuáles son los gastos fijos (alquiler o hipoteca, préstamos, recibos
del hogar, alimentación, etc.) y los ingresos, para hacerse una idea de cuánto
dinero se tiene disponible cada mes y cuánto se gasta. Ser prudente, anotar
gastos, controlar las comisiones, recurrir de manera muy puntual al crédito,
negarse al sobreendeudamiento, programar transferencias automáticas de cara al
ahorro, fijarse metas a largo plazo, practicar un consumo responsable, ser
precavido en la revisión de cargos en cuenta y tarjetas bancarias, no solo
ayuda a hacer balance de nuestra situación financiera, sino a detectar
rápidamente si somos víctima de un fraude.
10. Mejorar la formación financiera: Es un buen consejo en
general, pero en circunstancias difíciles, en particular. En la coyuntura actual,
las ventajas de esta formación se incrementan. La educación financiera sigue
siendo una asignatura pendiente para muchos españoles. La falta de
conocimientos en materia económica impide tomar buenas decisiones y no ayuda a
llegar a fin de mes o a ahorrar. Por ello, conocer los productos financieros
existentes y sus características básicas es una baza innegable a la hora de
elegir las inversiones más convenientes en cada momento.