Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL
en EL COMERCIO el 01/05/2022
https://www.elcomercio.es/opinion/allegro-troppo-20220501000634-ntvo.html
Allegro ma non troppo
Con la guerra, Putin
está causando gravísimos perjuicios a los ucranianos, destruyendo su país, su
riqueza y aniquilando vidas humanas, pero no está obteniendo un beneficio para
Rusia
Soy una mujer con buena
suerte. Ya lo he dicho. La tengo hasta para los compañeros de trabajo, entre
los que se encuentra el reciente catedrático de Universidad, Plácido Rodríguez
Guerrero. Nunca es tarde si la dicha es buena y a él le ha llegado tarde, pero
merecidamente. Tal vez el lector lo conozca porque fue un tiempo Presidente del
Real Sporting de Gijón. Yo, que paso olímpicamente del fútbol, lo conozco
porque es un buen compañero que sabe dar buenos consejos. Entre los que me ha
dado está la lectura de un libro cuyo título utilizo para esta tribuna
dominical. A priori, podría haber sido una muestra de la lengua italiana o de
la agógica musical, esto es, las modificaciones del tempo de una partitura que
los músicos hacemos en italiano.
Se trata, como digo, del
título de un libro escrito por uno de los mejores historiadores del siglo XX,
que fue catedrático de Historia Económica en las Universidades de Pavia y
Berkeley. Expone dicho libro argumentos que podrían aplicarse a la realidad que
estamos viviendo estos meses, pero fue publicado el siglo pasado, en 1988. Tras
leerlo me dije: la historia, en verdad, se repite. Esto es algo tan manido como
cierto, porque no aprendemos de nuestra historia. El excelso historiador, Carlo
M. Cipolla (pronunciado algo así como 'Chipola', por favor) expone en la
primera parte del libro un relato sobre el papel de las especias en general (y
de la afrodisíaca pimienta en particular) en el desarrollo económico de la Edad
Media. Leer esta primera parte deja claro al lector que está ante un libro tan
inteligente como divertido, que con una argumentación paródica de los estudios
de historia económica más sesudos, utiliza, con aparente seriedad, fórmulas
cliométricas deliciosamente absurdas para llegar a las más estrafalarias
relaciones de causa-efecto. El cierre de esta primera parte no podría ser más
contemporáneo. Afirma Carlo: «Cuando en 1337 el rey Eduardo de Inglaterra
declaró la guerra al rey de Francia por unos viñedos franceses, el rey inglés
creyó -como creen todos los que declaran la guerra- que la suya sería una
guerra relámpago y, tal y como ocurre con todos los que proyectan una guerra
relámpago, se equivocó de medio a medio. Su guerra relámpago duró 116 años y él
no vivió lo suficiente para saberlo. Lo que sí comprendió desde el comienzo del
berenjenal fue que sus recursos financieros no podrían sostener el coste de la
empresa y tres años después, en 1340, se declaró en bancarrota».
Tenemos estos días, ya
dos meses, a un tal Putin que quiso declarar una guerra relámpago a Ucrania,
que él no llama guerra y que no sé si está al borde de la bancarrota, pero todo
este follón bélico está destruyendo riqueza en el país que dirige, en el resto
de Europa y, sobre todo, en Ucrania, donde no solo provoca destrucción
económica y física del país, sino algo peor: mata gente. Soldados y civiles
ucranianos sin ton ni son. ¿Es por ello un malvado? Pues antes de leer este
libro yo creía que sí, pero la segunda parte, que mejora la primera, me ha
dejado claro que Putin no es un malvado sino, sencillamente, un estúpido. El
historiador Carlo M. Cipolla, utilizando gráficos de coordenadas, el lenguaje
de los economistas, clasifica a los individuos en cuatro áreas: H, I, M, E. En
el área H estarían los individuos incautos, aquellos que al llevar a cabo una
acción obtienen una pérdida para ellos mismos y un beneficio para los demás. El
área I es la del inteligente: aquel individuo que al actuar obtiene un
beneficio y, al mismo tiempo, procura un beneficio para otro o para la sociedad
en general. Una sociedad será tanto más próspera cuantos más individuos tenga
de los que actúan inteligentemente. El área M corresponde al malvado: aquel
individuo que realiza una acción de la que obtiene un beneficio causando un
perjuicio a los demás y, finalmente, el área E, el de la estupidez humana,
corresponde a los individuos estúpidos, que son aquellos que al actuar causan
un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un
provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.
Con esta guerra en
Ucrania el sátrapa está causando gravísimos perjuicios a los ucranianos,
destruyendo su país, su riqueza y aniquilando vidas humanas, pero no está
obteniendo un beneficio para Rusia, que no será un país más grande por ello y
que se está viendo excluido de muchos eventos. Tampoco para él mismo, que no
pasará a la historia como lo que quiere: ser el que recupera a la gran Rusia,
con ínfulas de zar. Está haciendo el ridículo con una deplorable estrategia
bélica, está recibiendo el odio de los suyos y vive aislado, en un búnker,
fiándose de personas contadas porque sabe que la mayoría solo desean su muerte.
Es un absoluto estúpido bunkerizado, como lo fue Hitler, que terminó
suicidándose en su celda. ¿Cómo terminará Putin? ¿Cuándo terminará esta guerra?
Carlo corona su libro con algo que duele leer: «No es difícil comprender de qué
manera el poder político, económico o burocrático aumenta el potencial nocivo
de una persona estúpida».
Esto es, estúpidos los
hay en todos los estratos sociales, pero, los más peligrosos, son los que
ostentan el poder. Putin tiene un enorme poder para causarnos daño con su
inmensurable y colosal estupidez.
ARTÍCULO EN SELECCIÓN DE PRENSA
DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO