Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL de
EL COMERCIO el 12/03/2023
El papel de la Bolsa en un escenario de incertidumbre
La Bolsa es el hábitat natural de las empresas exitosas y, de alguna
manera, estar presente en ella debería ser un objetivo a medio-largo plazo
Domingo, 12 de marzo 2023
En una entrevista al gobernador del Banco de España,
Pablo Hernández de Cos, se le preguntaba por la posibilidad de haber alejado el
fantasma de la recesión económica. El gobernador contestó que en los últimos
meses se han mitigado parcialmente algunos de los shocks de oferta que han
afectado negativamente a nuestras economías. A esto también ha ayudado un
invierno con temperaturas suaves, que ha facilitado la acumulación de stocks de
gas, y las familias han podido hacer uso del ahorro acumulado durante la
pandemia y se ha mantenido el apoyo de las políticas económicas.
Yo creo que la economía ha mostrado mayor resiliencia de la esperada. Sin
embargo, es obvio que España sigue siendo el último país de la Unión Europea en
recuperar el PIB pre-COVID. Por otro lado, 2023 está cargado de desafíos: la
previsión de crecimiento del PIB español es muy modesta, en torno al 1%, y
arrastramos un complicado balance de 2022. La invasión de Ucrania por parte de
Rusia, de la que se ha cumplido un año, ha dado lugar a la crisis energética
europea más importante de las últimas décadas, incrementando el clima de
incertidumbre. Esto ha propiciado un ciclo de subidas agresivas de tipos de
interés por parte del BCE para hacer frente al repunte de la inflación. Para
mí, la pregunta clave es si en 2023 los bancos centrales serán capaces o no de
doblegar esta subida de los precios sin causar un profundo daño a las
economías. No creo que ningún economista financiero -tampoco yo- discuta la
necesidad de dicho control de la inflación, pero es evidente que afecta al
crecimiento económico y al poder adquisitivo de las familias. La banca, que se
había acostumbrado a generar beneficios con unos márgenes muy estrechos, con
esto, evidentemente, ha recibido un auténtico balón de oxígeno.
Por el contrario, los desafíos para las
economías domésticas (familias) y para las empresas son enormes. Las empresas
españolas se encuentran en la necesidad de encontrar fuentes de financiación
alternativas con las que potenciar su crecimiento y la Bolsa,
indiscutiblemente, se lo puede proporcionar. En un foro organizado
recientemente por la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) y BME
(Bolsas y Mercados Españoles), al que tuve oportunidad de asistir, estas
entidades pretendían acercar el mercado bursátil a las compañías españolas que
pueden precisar financiación en los próximos años y la Bolsa está capacitada para
atender sus necesidades.
La Bolsa es el hábitat natural de las
empresas exitosas y, de alguna manera, estar presente en ella debería ser un
objetivo a medio-largo plazo para ellas. La cotización bursátil aporta
notoriedad, exige transparencia en las decisiones empresariales, por lo que
mejora su credibilidad, y provoca un incremento de la reputación que se traduce
en una mejora de la valoración de la compañía. Estar cotizada otorga una
valoración objetiva y diversifica ampliamente sus fuentes de financiación, lo
cual permite abordar proyectos de crecimientos que generen valor actual neto
positivo. Las posibilidades de financiación no surgen solo a nivel nacional,
sino que la cotización bursátil facilita la internacionalización de la
compañía, dado que resulta mucho más fácil el acceso a ésta por parte de los
inversores internacionales. La razón de ser de los mercados financieros no es
otra que financiar los nuevos proyectos empresariales y, con ello, impulsar el
crecimiento. En un entorno incierto como el descrito inicialmente, la presencia
en Bolsa puede asustar. Es evidente que el propio proceso de acceso al mercado
es un reto enorme, incluso en la versión para pequeñas y medianas empresas (BME
Growth), pero no es menos cierto que resulta ser el mejor mecanismo para lograr
la financiación necesaria que permita impulsar la recuperación económica y
lograr un crecimiento sostenible, digital, inclusivo y resiliente, como exige
el mundo actual.
Es innegable que hay elementos que
disuaden a las empresas de cotizar: el temor a mostrar su estrategia a los
competidores, la pérdida de control por el cambio en la estructura de
propiedad, el miedo a la incertidumbre, el cambio de valoración de la compañía,
porque cada segundo la Bolsa marca un precio. Los directivos de la cotizada
deben ignorar eso para poder centrarse en su labor a largo plazo. La regulación
de acceso, como en tantas otras cosas en España, es excesiva, y el propio
proceso de salida genera muchísima burocracia. Se ha dicho que el 'private
equity' (capital privado) es enemigo de la Bolsa. Es innegable el crecimiento
de este último cuando el número de cotizadas no crece de la misma manera y
algunas incluso deciden dejar de cotizar. Sin embargo, también se puede ver
como un instrumento que acompaña a la empresa en el propio proceso de salida a
Bolsa, dado que el fin último de una gran empresa es estar cotizada. El capital
privado puede ayudar a la empresa en el cumplimiento de los requisitos de
gobierno corporativo, de las necesarias medidas de 'compliance', cuya carencia
es impensable en una empresa cotizada y las pymes le dedican poco tiempo a
esto. No digamos ya a temas como la sostenibilidad, que actualmente no se
pueden obviar. No se puede elegir no ser sostenible en la actividad
empresarial. La empresa que lo haga está cavando su tumba.
En conclusión, el destino final de una empresa es cotizar en
Bolsa, lo cual es positivo tanto para la compañía como para la economía del
país, al ganar en transparencia las actividades de su tejido empresarial.
ARTÍCULO DESTACADO EN SELECCIÓN DE PRENSA
DE LA UNIVERSIDAD DE OV IEDO