lunes, 5 de diciembre de 2022

LA SOLUCIÓN DE ALEJANDRO MAGNO

 Este artículo fue publicado en Tribuna Dominical

del diario EL COMERCIO el 04/12/2022


La solución de Alejandro Magno | El Comercio

La solución de Alejandro Magno

Cortar el nudo gordiano. Me parece la mejor solución de las posibles para el problema catalán. Con o sin referéndum. Da exactamente igual, porque el número de independentistas irá creciendo en progresión geométrica, dada la educación en los colegios y lo que se cuenta en los medios


SUSANA ÁLVAREZ OTERO

Esto de la sedición se va a quedar en meros desórdenes públicos, dicen que por adaptarse al marco europeo. No tengo más conocimientos legales que las asignaturas estudiadas en mi licenciatura en Económicas, así que leo a los expertos. Y resulta que un magistrado afirma que en Alemania, para tipos delictivos análogos al de la sedición española, cuando el delito atenta contra la integridad o unidad del Estado e implique violencia puede ser castigado hasta con cadena perpetua. Y en Francia algo similar. Luego parece que en el resto de Europa sí que es grave y aquí dejará de serlo. A mí, personalmente, en todo este asunto lo que más me duele, como siempre, son las mentiras: las que se dicen y las que se aceptan. Se lo cuento. Mi esposo y yo nos estábamos bañando en la playa de Blanes (Costa Brava) un día del pasado verano. Mientras nadábamos, en una de las fachadas de los edificios a pie de playa, pude ver un cartel en catalán con lo siguiente: 'Blanes, municipio de la República catalana', y una bandera estelada. A nuestro regreso a casa, a pocos metros de Plaza Espanya, nos encontramos con un grupito de unas 10-12 personas que, entre cántico y cántico, soltaban mentiras sobre la historia de tal república. Al parecer, se reunían allí todos los viernes. Puede ser legítimo reclamar la independencia, pero llenar de falsedades las arengas callejeras o las aulas escolares catalanas, auténticas fábricas de independentistas, no es de recibo democrático.


Si le soy sincera, amable lector, en relación a este asunto catalán yo ya ni siento, ni padezco. Entre mis pocas capacidades está la de hacer borrón y cuenta nueva mental cuando algo no tiene solución. He dedicado bastante tiempo a tratar de entender este problema que pone en peligro la integridad de España, una nación con siglos de historia, por si alguien lo ha olvidado. Y de mi análisis las únicas conclusiones a las que he llegado, tras escuchar a los independistas catalanes, son dos: la primera, que el catalán es una lengua que nos viene de regalo a los españoles bilingües en francés; la segunda, que el problema catalán ya no tiene solución y, lo que es peor, no se le ha querido poner. Como prueba de lo primero, me encanta la palabra catalana 'cargol', un híbrido perfecto entre el francés ('escargot') y el español (caracol). De lo segundo, hay sobradas pruebas: años y años discutiendo, con mesas de negociación para nada más que dar de comer a 'paniaguados' políticos sin otra razón de ser. ¿Por qué no hay mesas de negociación con otros presidentes autonómicos? ¿Acaso está ya tan asumida en la sociedad española la 'superioridad' catalana que se da por lógico lo que no lo es? ¿Por qué el resto de los españoles hemos aceptado sin ningún pero esta tomadura de pelo por parte de la sociedad y la política catalana? ¿En base a qué se creen tan diferentes y nos traen problemas? Los problemas reales de España son otros: el paro descomunal, la inflación desbocada, una economía endeudada hasta las cejas, una juventud sin expectativas…

Robin Lane Fox, en la biografía de Alejandro Magno (Acantilado), narra la solución del gran Alejandro al nudo gordiano: cortar por lo sano. Cuando Alejandro Magno se dirigía a conquistar el imperio persa, se enfrentó al reto de desatar el nudo con el que Gordias, fundador de la ciudad de Gordio, había atado la lanza y el yugo del carro ofrecido al templo de Zeus: un nudo tan complicado que nadie podía desatarlo. Alejandro solucionó el problema cortándolo con un golpe de su espada. A mí, esta solución al nudo gordiano del independentismo catalán me parece la mejor de las posibles: cortar por lo sano la gangrena política catalana, con o sin referéndum. Eso ya da exactamente igual, porque el número de independentistas irá creciendo en progresión geométrica, dada la educación que reciben en los colegios y lo que se cuenta en los medios. En mi humilde opinión, más vale romper antes de que sigan sangrando con chantajes al Estado. El Gobierno español le debería exigir en la separación dos cosas: la primera, que Cataluña devuelva al Estado hasta el último céntimo de euro para que el divorcio se consume sin perjudicar aún más al resto de españoles (eso que declaran los catalanes de que 'España nos roba' es una trola como un piano de cola); la segunda, que renuncien por escrito al paraíso soñado de los 'països catalans'. El nacionalismo catalán desea su expansión. Igual que el nazismo de Hitler, o el imperialismo de Putin, invadiendo Ucrania y lo que se tercie. Cataluña se les queda pequeña y ansían fagocitar las comunidades autónomas valenciana y balear.

¿Suena escandaloso todo esto? Más escandaloso me parece a mí, como economista que nos sigan sangrando y chantajeando para conseguir favores que otras comunidades no tienen. ¡Qué lindo fue recorrer toda la Costa Brava y utilizar las autopistas sin pagar ni un céntimo de euro en peajes! Ya los pagamos el resto de los españoles. Con estas líneas no me pongo a favor de los que portan la estelada. Quisiera que todos los ciudadanos de mi país desearan formar parte del mismo, pero lamentablemente esto no es así, ni parece que lo será nunca. No se han puesto los remedios adecuados y creo que, aunque ahora se aplicasen, numéricamente, ya es demasiado tarde. Por mí, ¡adéu!













Artículo destacado en Selección de Prensa de la Universidad de Oviedo