Este artículo fue publicado en Tribuna Dominical de
EL COMERCIO el 18/12/2022
https://www.elcomercio.es/opinion/economia-guerra-20221218214510-nt.html
Economía de guerra
Hace unos días, el Santo Padre denunciaba que la
guerra en Ucrania es «un fracaso de la Humanidad» y que deja el mundo peor. En
las Terceras Jornadas Sociales Católicas Europeas, el Papa transmitía ese
mensaje, con lágrimas en los ojos. Estoy totalmente de acuerdo, no solo por ser
católica, sino porque son acertadas y llenas de sentido común. Precisamente
esto último es lo que ha faltado en esta guerra iniciada en 2022 y que no
terminará en este año que, en breve, toca a su fin. Lo peor es que no sabemos
si lo hará en 2023. Cuando estalló, me pronuncié en esta misma tribuna
totalmente en contra de ella. Es una obviedad decir que el culpable es Putin.
El monstruo está ahí: el mal existe. Lo relevante es cómo se reacciona al mal y
Zelenski no lo ha hecho mal sino fatal. Su reacción ha traído muerte y
destrucción para su país y consecuencias colaterales en otros, incluido el
nuestro. Ha enviado mensajes por multitud de parlamentos, reclamando medios
para disparar con pólvora ajena y ha ganado celebridad. Ha salido en la portada
de 'Time' y también en un reportaje de 'Vogue' con su esposa, en una
divulgación en busca de notoriedad que considero indigna, dada la cruda
realidad que está viviendo su país y en la que él ha tenido que ver.
La errónea
decisión de Zelenski frente a Putin tiene tremendas consecuencias para su país
que se dilatarán en el tiempo. Putin afirma que la guerra en Ucrania se
alargará mucho tiempo y no está dispuesto a ceder. De momento, incrementar
sanciones es lo que se está decidiendo, pero, a la vez, empezaremos a pagar la
destrucción de un país que no debería estar destruyéndose. Como me resulta
inexplicable esta guerra, la deformación profesional como economista me lleva a
pensar en los intereses económicos que hay detrás. ¿Y quién tiene más
intereses? Pues sencillamente quien más dinero está aportando, ¡oh sorpresa!,
Estados Unidos. El desglose de fondos aportados es público y accesible siendo
los países proveedores Estados Unidos, Unión Europea, Reino Unido, Turquía,
Canadá y Japón. Y el primero mencionado a la cabeza en aportación. ¿Por qué?
Esta guerra está en territorio europeo, ¿verdad? Rusia es Europa, o debería
serlo, pero en algún momento de la historia el eje se desplazó y de ahí vienen
estos lodos en los que están muriendo ucranianos y rusos. Unos pierden vidas y
otros perderemos dinero. De este modo, Bruselas dará 18.000 millones en
créditos blandos para sostener las finanzas de Kiev y el paquete se extenderá
35 años, para que Ucrania afronte sus necesidades financieras inmediatas. Tras
nueve meses de guerra, las arcas ucranianas están secas. El Banco Mundial ha
estimado que la reconstrucción del país costará 350.000 millones de euros. Son
fondos que no podrán ir destinados a mejoras en la UE, sino a reconstruir un
país que no tendría por qué estar siendo destruido. Antes de la invasión,
Ucrania ya era uno de los países con menor PIB per cápita de Europa y esto lo
ha rematado. Zelenski no tenía dinero para afrontar esta guerra, lo que sí
tenía y sabía desde el principio es que iba a recibir apoyo financiero y que
había enormes intereses económicos en ella.
«Toda
batalla es un malentendido», reza una afirmación anónima de mi calendario del
Corazón de Jesús. Me temo que Zelenski es el que peor ha entendido a Putin, un
ser humano de difícil calificación. Zelenski era cómico antes de gobernar
Ucrania. No es la formación más adecuada para tan alta responsabilidad. Sin
embargo, bastaría ser un cómico con sentido común y la dosis de inteligencia
suficiente para contar buenos chistes para que las cosas hubiesen ido de otra
manera. Los que tenemos una edad recordamos las nocheviejas en televisión con
los chistes de Gila. Nos contaba la guerra con su teléfono, y nos hacía reír
partiendo de un supuesto dramático. Seguro que Gila, como cómico, nunca se
hubiera imaginado a sí mismo gobernando los destinos de un país en guerra, pero
quiero pensar que si frente a él hubiese tenido la misma situación habría
dicho: «A ver Putín, ¿qué quieres? ¿Del río Dniéper para allá? Cógelo hombre.
Ya vendrá detrás de ti otro que bueno te hará». Así lo argumenté en un momento
en que creí que esta guerra iba a ser más corta. Los territorios cambian de
dueños y esos territorios, desaparecido Putin, se podrían recuperar. Si perder
vidas, además de la ruina económica, es lo único que sabemos hacer, es que en
21 siglos de historia no hemos aprendido nada. La retirada a tiempo siempre,
siempre es una victoria.
Termino con
una recomendación literaria y cinéfila. Un caso en el que, como tantos otros,
el libro es mejor que la película. La novela titulada 'Sin novedad en el
frente' es de Erich Maria Remarque y la película de Edward Berger, 'Im Westen
nihcts Neues'. La cinta es muy realista, con escenas espeluznantes como la
propia guerra. La novela es mejor porque nos cuenta el regreso del muchacho a
su mundo, algo que omite la película, un chico que ya no cree nada de lo que le
intentan convencer y que ha aprendido, en propia carne y en la de amigos
muertos, que la guerra no sirve para nada. Me pregunto si Zelenski y su esposa
la verán en Navidad, o si preferirán un reportaje en 'Vanitas Vanitatis'…