viernes, 28 de julio de 2017

REFLEXIONES DESDE CAMBRIDGE (II)

                     Este artículo fue publicado el 26/07/17 en el diario EL COMERCIO 

Barriendo para casa  

Percibo en esta nueva estancia en territorio británico lo mucho que ha crecido el sentimiento nacionalista y la defensa de lo propio, desmarcándose del resto de Europa y barriendo para casa todo lo posible. No lo noté cuando me especialicé en finanzas, en la London School of Economics, aun siendo estudiante de Economía, o bien, en cursos de Econometría Avanzada también en LSE, como estudiante pre-doctoral. A parte del incordio del cambio a la libra y de los coches circulando por el lado contrario, tenía la sensación de estar en mi país, en mi territorio: Europa, porque europea es como me siento. De algún cambio ya me percaté en una estancia de investigación en una universidad londinense hace un lustro y ahora, el viraje es claro y definitivo. Se defiende lo propiamente británico con uñas y dientes. Una se pasea por los lineales del supermercado y encuentra la banderita identificativa de “producto británico” por doquier, ya sea la leche, la fruta o el jabón de manos. La ideología “primero Gran Bretaña” está presente por todas partes. Es como si se respirase un aire de hartazgo hacia todo lo foráneo porque quizás, en el fondo, siempre nos han visto como extranjeros a los españoles, a los polacos o cualquiera no nacido en la gloriosa Gran Bretaña. Eso sí, un hartazgo tamizado siempre por su buena educación. Siempre me desconcierta ver a los seguidores de fútbol británicos hacer de las suyas o emborracharse al extremo, sobre todo cuando vienen a las costas españolas. Lo interpreto como la válvula de escape de lo que verdaderamente son: personas extremadamente educadas, comedidas y con un tacto exquisito en sus relaciones sociales. 




El Brexit por aquí es el pan nuestro de cada día, amable lector. Ya sea en los medios de comunicación o en un escaparate completo de libros sobre el Brexit en la librería de la Cambridge University Press. Theresa May ha sufrido sudores fríos estos días con las críticas que le han llovido por tomar la decisión de salida de la agencia europea Euratom con poca o nula consulta a las autoridades sanitarias del país. Dichas autoridades ponen sobre la mesa la amenaza directa de que miles de enfermos de cáncer británicos se puedan ver afectados al poner en peligro el acceso a isótopos radioactivos necesarios para los tratamientos. May ha salido por la tangente declarando que todo está bajo control pero ha resultado poco convincente. De los contrarios al Brexit hay quienes aún conservan la esperanza de que el tema se pueda reconducir. De vez en cuando se leen en prensa resultados de algún sondeo que ponen de manifiesto que ante un hipotético segundo referéndum, el resultado sería el inverso: 54% a favor de la permanencia y 46% favorables a la salida. Dudo mucho que tal referéndum se vaya a producir, por muy convencidos que vea a algunos colegas en la Universidad de Cambridge, dado el altísimo riesgo para la percepción de fondos por parte de los equipos de investigación. Es indudable que así es, pero creo que eso no cambia el hecho de que la decisión ya está tristemente tomada. 



Mientras tanto, siguen barriendo para casa, tanto si se trata de hablar de tenistas ingleses como de cualquier otro tema. Durante el campeonato de Wimbledon, Johanna Konta aparecía hasta en la sopa y de Muguruza se supo el día que fue a la final y ganó. ¿Es eso equilibrio y visión “no nacionalista”? Tampoco lo ha sido la adjudicación de construir la primera fase del proyecto de alta velocidad (HS2) entre Londres y Birmingham, a las firmas británicas Carillion, Costain y Balfour Beatty como consorcios ganadores encargados de la construcción de túneles, puentes y terraplenes en el primer tramo de la nueva línea ferroviaria.  Esta decisión ha dejado fuera de juego, y sospecho que no sólo por razones técnicas, a las compañías españolas que optaban a participar: Acciona, ACS Dragados, FCC y Ferrovial. Una lástima para esta economista española que suscribe porque no será la última de las decisiones económicas en esta línea de aquí en adelante.