Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL de ECONOMÍA
en EL COMERCIO el 07/04/2024
La micro Bolsa española
Está en caída libre desde hace una década. En
2023 cerró con un volumen de negocio un 68% inferior al de 2015 y España es uno
de los países cuyas empresas están menos representadas en la Bolsa en relación
con el PIB
Oviedo. 07.04.2024.
Recuerdo que en un viaje a la Universidad de Tampere
(Finlandia), para una estancia docente, hice escala en el aeropuerto de
Frankfurt, como paso previo al vuelo a Helsinki. El aeropuerto de Frankfurt me
pareció tan grande como una ciudad en comparación con el de Asturias, nuestro
micro aeropuerto. Algo así sucede con la Bolsa española, que podría calificarse
de micro Bolsa, en comparación con la de Frankfurt o la de Londres.
La Bolsa española está en caída de libre en cuanto a
negociación desde hace una década. La Bolsa está gestionada por BME (Bolsas y
Mercados Españoles) y es propiedad del grupo suizo SIX. Los datos actuales son
preocupantes porque el año 2023 cerró con un volumen de negocio de 306.920
millones de euros (68% inferior a 2015). España es uno de los países cuyas
empresas están menos representadas en Bolsa en relación con el PIB, ya que el
valor de las compañías alcanza el 51% de la riqueza nacional, con una pérdida
de peso del 35% en el último decenio. La Bolsa española ha pasado de
representar el 1,4% del conjunto de las bolsas mundiales a solo el 0,6%. Esta
situación no es buena ni para la Bolsa, ni para las empresas, porque hay
básicamente dos fuentes de financiación empresarial: la financiación bancaria y
la de los mercados financieros. En esta tesitura, una Bolsa menguante hace más
dependiente al tejido productivo español de la financiación procedente de los
bancos que, además, en un contexto de subida de tipos de interés, se ha visto
encarecida. En síntesis, la pérdida de peso bursátil lleva a que las compañías
tengan menos vías de financiación y que estas sean más caras.
Asimismo, es preciso destacar la falta de interés tanto por parte de las empresas de estar cotizando, como por parte de los inversores de poseer acciones de compañías españolas cotizadas. Como prueba de lo primero está el número de empresas que dejan de cotizar, que supera al de las que deciden entrar. En concreto, entre diciembre de 2009 y noviembre de 2023 las empresas cotizadas en el mercado principal pasaron de 133 a 120, lo que representa una caída del 10%. Por otro lado, los inversores no parecen tener interés en empresas españolas cotizadas, lo cual convierte la situación en la pescadilla que se muerde la cola: el peso de las acciones cotizadas de empresas españolas en las carteras de fondos de inversión y de SICAVs ha caído un 67%, lo que representa su nivel más bajo desde el año 2000. Además, se han tomado medidas en los últimos años que han alejado el valor de la Bolsa del PIB de la economía. Los fondos cotizados (ETF) son un ejemplo de ello: en 2015 había cerca de 80 referencias cotizadas en la Bolsa española con activos bajo gestión de 45.000 millones de euros. Tras los cambios en su fiscalidad, su número y valor se ha ido diluyendo hasta las cinco referencias actuales con activos valorados en 500 millones.
Respecto a cómo han funcionado las entidades cotizadas en
2023, ha sido un año de récords bancarios, porque los altos beneficios de las
entidades financieras europeas superaron los 100.000 millones, como fruto de
las mencionadas subidas de tipos de interés. Para este año se auguran
revalorizaciones más modestas, por la desaceleración económica y las futuras
bajadas de tipos.
BME ha presentado recientemente en la Bolsa de Madrid el
'Libro Blanco sobre el impulso de la competitividad de los mercados de
capitales españoles'. El objetivo de dicho Libro Blanco es analizar el estado
actual de los mercados financieros españoles como pilar de la economía y las
posibles medidas que podrían impulsar su competitividad, y concluye que el
mercado de capitales español precisa de un esfuerzo conjunto para mejorar dicha
competitividad. Se ha detectado un déficit de tamaño y también que el régimen
regulatorio y fiscal español vigente sitúa a su mercado de capitales en
desventaja frente al de otros países en un entorno de competencia global. El
trabajo ha contado con las opiniones de una treintena de entidades, entre las
que se encuentran las principales autoridades financieras y un buen número de
participantes y actores del mercado de capitales español y, en buena medida,
recoge muchas de las propuestas del informe elaborado por mí en 2021, que me
encargó BME y que titulé 'Cómo hacer las Bolsas más atractivas para las
empresas'. Las 56 medidas propuestas se dividen en cuatro grandes bloques: 1.
Fomentar la incorporación de las empresas a los mercados de valores españoles.
2. Potenciar la canalización de la inversión hacia las empresas, con fórmulas
para incentivar la participación de inversores minoristas en mercados de
valores españoles. 3. Atraer la circulación de ahorro e inversión en mercados
nacionales evitando su deslocalización y eliminando el Impuesto a las Transacciones
Financieras en España. Y 4. Favorecer el desarrollo efectivo de nuevos
ecosistemas regulados de inversión y financiación.
España tiene
potencial y necesitamos ser eficientes y ganar en competitividad como país, y
los mercados financieros son una pieza clave para lograrlo. El año 2024 podría
convertirse en el mejor año de la última década en lo relativo a estrenos
bursátiles, dado que se esperan empresas como Puig (antes del verano), Astara y
Hotelbeds que pueden llegar a obtener 5.000 millones entre los inversores.
Cabría añadir que la pelota está en el tejado de los políticos para lograr el
impulso bursátil. Siento ser pesimista al respecto.