En esta etiqueta se recogen
los artículos publicados desde 2009 hasta 2016, ésta última, fecha de inicio de
este blog en el que comencé a ubicar mis artículos periodísticos en la web. Los
previos nacieron precisamente el 19 de diciembre de 2009, día de inicio de mi
colaboración con EL COMERCIO, decano de la prensa asturiana.
Este artículo fue publicado en
TRIBUNA de EL COMERCIO el 19/09/2013
Decía mi admirado Oscar
Wilde en Una mujer sin importancia que
“el secreto de la vida es no tener nunca una emoción poco elegante.” En la
falta de elegancia o, más bien, en la abundante vulgaridad que nos rodea
comencé a pensar un día de este verano, mientras me relajaba con mi esposo y
mis hijos en las hermosas playas de Fuerteventura. En el periodo estival resultan
más visibles toda una serie de personajes que pueblan esta España cañí y que
parecen entonar al unísono una oda a la vulgaridad. Ahí van sólo algunos
ejemplos.
Una de las protagonistas del
“famoseo” patrio que renueva sus posados veraniegos anualmente y se viste como
una adolescente. Me parece inaudito que una mujer madura no comprenda que llega
el día en que las fotografías no pueden hacer otra cosa sino empeorar. La
juventud y la lozanía se pierden irremediablemente.
Las adolescentes que caminan
torpemente sobre sus tacones –comprensible– y arruinan el glamour pretendido
con lo anterior, portando bolsas de supermercado llenas de alcohol y bebiendo
tanto o más que los chicos –incomprensible– .
Los cuarentones que cuando comienza
la temida alopecia llevan a cabo experimentos capilares tratando de disimular
inútilmente su evidente caída de cabello. Con los años, a los hombres se les
cae el pelo y a las mujeres otras cosas. ¿Y qué? Envejecer elegantemente
implica aceptar dichos cambios con dignidad. Recuerdo el caso de un político
vasco que tapaba su calva con una cortinilla de cabellos con un resultado
horrendo. ¿Acaso no tienen madre o una mujer que los quiera bien y les diga la
verdad, o sea, que así están mucho peor?
Los hombres que pretenden
hacer crecer sus músculos de manera exagerada y vulgar. Ahí tenemos al hijo de
la baronesa. Ella quiso hacer de su retoño un exquisito amante del arte y le
salió un forofo del culturismo y la vida holgazana. En algunos casos, la
inflamación muscular es coadyuvada por la ingesta de sustancias químicas que
pueden perjudicar su salud. Los hay que además pregonan el tiempo que se pasan
en el gimnasio o el peso que levantan, lo cual es aún más vulgar, si cabe. Será
que mi gusto no coincide con el de las adolescentes que se vuelven locas con la
ordinariez de la exhibición pectoral de un futbolista demasiado mimado en la
cubierta de un barco. Ni Gregory Peck, ni Cary Grant, ni mi adorado Gary Cooper
necesitaron deslomarse en un gimnasio para representar, para mi gusto, la
quinta esencia de la belleza y la elegancia masculina.
Para completar el cuadro
veraniego hemos tenido hasta una escritora que decidió participar en un
esperpéntico programa televisivo por razones económicas. Que una ganadora del premio Planeta y del Nadal necesite hacer eso, da que
pensar acerca de la situación económica de los que no han ganado suculentos
premios o son más mediocres que ella. La literatura se ha convertido en un
pésimo negocio. Hasta un ciego lo ve. Desafortunadamente, los amantes de la
lectura seremos cada día menos. Sin duda alguna. Ya hay demasiadas pantallas
destinadas a la evasión del personal. Pero, ¿es eso excusa para hacer caer tan
bajo al oficio y a ella misma con un comportamiento tan vulgar?
No sé si al amable lector le
sorprenderá tanto como a mí que vivamos en un mundo donde la vulgaridad parece
triunfar e imponerse. Allá cada uno. Cada cual es libre de decidir si quiere
ser vulgar….o elegante.