viernes, 3 de marzo de 2017

Mi pequeño Taimánov

Esta semana mi esposo y padre de mis hijos me envió una hoja de cálculo Excel. Cuando la abrí, me puse a llorar de felicidad. De emoción... 
Mi trabajo es la investigación y docencia de la Economía Financiera, así que estoy bastante acostumbrada a usar hojas de cálculo. A veces me ilusionan, si tengo los datos que quiero; otras veces me enojan porque los números hacen su santa voluntad y pueden contradecir tus hipótesis, pero es preciso aceptarlo y extraer de ello conclusiones.  
Sólo esta vez me hizo llorar de felicidad una hoja de cálculo Excel. Se trataba de la clasificación del Campeonato de Asturias de Ajedrez por equipos....¿Y quién estaba el primero de toda Asturias? Nuestro primogénito.
En la vida no sólo ofrecemos al mundo lo que somos, sino lo que traemos a este mundo. El orgullo materno me rebosa; no lo puedo ocultar. Como también toca el piano maravillosamente, me pregunto si habré parido yo otro Taimánov. Excelencia en ajedrez y piano no es una combinación habitual pero a veces, sólo a veces, se da. 
Mi hijo es humilde al extremo. Ayer jugó tres simultáneas con compañeros y los ganó. Siempre quiere ocultar sus méritos. La humildad es un valor. Está claro. 
Los padres debemos dar a nuestros hijos los instrumentos para que se enfrenten al mundo. Tal vez un día se de cuenta de que no tiene que avergonzarse de sus talentos, ni tiene que pedir perdón por ellos. 
Le van a pasar cosas. Eso también está claro. Especialmente en un país donde si la envidia fuera tiña, estaría poblado de tiñosos. Y el único mecanismo de supervivencia será creer en él mismo. 
Me pregunto, si se disfrutan así los éxitos de los hijos, - el doble, el triple que cuando son de uno mismo- ¿qué será el dolor de sus problemas o sus enfermedades? No he pasado por ello. 

¿Qué será perder un hijo? 
Rezo a Dios por todas las madres de la tierra que han pasado por el que, sin duda, debe de ser el mayor exponente del dolor humano.


https://es.wikipedia.org/wiki/Mark_Taim%C3%A1nov