Me eduqué en un colegio concertado.
Precisamente en uno de esos colegios que se pueden ver afectados por la
revisión de los conciertos educativos. Mis dos hermanos varones acudieron en
primaria a un colegio público para luego pasar a los jesuitas. Mis padres me
ofrecieron hacerlo también pero decliné la invitación. Desde niña he sido una
persona con ideas propias y hacer el traslado me hubiera parecido una traición.
De dominica a jesuita, ¡imposible! Por otro lado, es ineludible el efecto sobre
la formación de la persona que puede tener el tipo de colegio al que acude. Y
resulta que el mío me gustaba, y quería seguir empapándome de sus valores: el
dominico es austero, estudioso, con vocación por la docencia y la transmisión
de conocimiento, además de muy metódico y organizado. Me gustaba mucho su
hábito blanco, con una túnica, escapulario, cogulla con capucha y una capa de
color negro. Mis padres pudieron elegir el tipo de colegio que querían para sus
hijos y, de hecho, eligieron distintos colegios, en distintos momentos del
tiempo, y lo hicieron porque querían lo mejor para sus hijos. Exactamente lo
mismo que queremos todos y, aplicándome el cuento, mis hijos asisten a un
colegio público, precisamente porque sus progenitores consideramos que es lo
mejor para ellos, entre otras razones porque la preparación del profesorado de
la enseñanza pública es superior al resto, lo cual necesariamente se traduce en
la formación que reciben los alumnos. Las oposiciones por las que pasa el
profesorado de la enseñanza pública llevan a un proceso de selección en el que
salen elegidos los mejores. Por consiguiente, creo absolutamente necesario
defender la enseñanza pública, cuidar de ella y garantizar la escolarización en
ella de todos los alumnos que lo deseen. Insisto, los que así lo deseen, porque
hay algo que para mí está por encima de todo, en este tema que nos ocupa y en
casi todos, que es la libertad de elección. Mis padres la tuvieron, ¿por qué no
vamos a seguir teniéndola nosotros y las generaciones venideras?
Viene esto a
cuento porque, como bien sabe el lector, se producirá en breve la revisión de
los conciertos educativos asturianos y me parece bueno que se siga facilitando
la posibilidad de elección a los padres de la educación que quieren para sus
hijos. Cuidar de la enseñanza pública es imprescindible; mantener la
posibilidad de elección de un colegio alternativo concertado, muy recomendable
para quien así lo quiera. Parece ser que la voluntad es repartir la bajada de
la natalidad entre ambas redes, respetando que éstas han de coexistir en
armonía, toda vez que el Tribunal Supremo ha denegado la supresión de unidades
en la concertada si hay demanda y aunque existan plazas libres en la pública.
Por otro lado, me parece una excelente noticia que la iniciativa de Podemos respaldada
por IU en relación a este tema haya sido rechazada con el voto en contra de
PSOE, PP, Foro y Ciudadanos. Tener menos posibilidades de elección no es bueno.
Gobernar consiste en trabajar por el bien común, tratando de mejorar los
recursos educativos, sin empeorar lo que ya se tiene. Por quitar el sabor
amargo de algunas de las protestas que ha habido estos días, con insultos mutuos
y con términos como “fascistas” o “sectarios”, finalizo con un chiste muy común
entre los dominicos:
“P. ¿En qué se parecen los jesuitas y los
dominicos? R. Bueno, ambos fueron
fundados por los españoles: Santo Domingo de los dominicos y San Ignacio de
Loyola de los jesuitas. También fueron ambas fundadas para luchar contra la
herejía: los dominicos a luchar contra los albigenses y los jesuitas para
luchar contras los protestantes. P.
¿Cuál es la diferencia entre los jesuitas y los dominicos? R. Bueno, ¿has
conocido a albigenses últimamente?” De lo anterior se deduce que los miembros de la comunidad dominica nos caracterizamos por lograr nuestros objetivos. ¡Ojo al dato, amable lector!
¡¡Cuántas veces canté yo este himno en la capilla del Colegio "Dulce Nombre de Jesús" de Oviedo, a lo largo de los 13 años que acudí a ese centro educativo!!