lunes, 27 de noviembre de 2023

Murió a los 53 años

 A la edad que yo tengo ahora, en la que creo que aún me queda mucho por vivir. Eso quiero. Eso espero. Eso deseo. Ojalá sea lo mejor. 

Ella murió a esa edad. Sin hijo (abortó dos), sin pareja y sin su maravillosa voz, que perdió por su forma de vivir. Los últimos años de su vida estuvo sumida en la soledad y en las drogas. 

Triste historia la de este diva, mal querida de niña, mal querida como mujer. 

Angelina Jolie la interpreta en el último lustro de su vida. Interesante reportaje en XL Semanal. 








Comparto también esto que me encontré en otro lugar del éter. Qué acertado. 



Sin corazón no vivimos. Sin él la sangre no circularía por nuestro cuerpo, pero tampoco las emociones y los sentimientos. Seríamos seres inertes que leerían las obras de Jane Austen anhelando poder vivir una historia similar a la de Bennet y Darcy o que soñarían con tener una amistad como la de Buzz Lightyear y Andy.

Amar es de valientes porque el amor alimenta al corazón. Aunque siempre hay una pequeña posibilidad de que le pueda envenenar. Son tantas las maneras en las que puede ser dañado que ni la más rígida coraza puede protegerlo realmente. Porque la verdad es que hay heridas tan profundas que pueden quemar cualquier metal.

Ante el miedo a ser dañados nos aliamos con el miedo, quien más que amigo puede ser nuestro peor enemigo. Porque el miedo, como dijo Dellafuente, quita las ganas de vivir tanto que no deja ni dormir.  No obstante, hay hechos inevitables que no podemos controlar que también nos dañan, como la muerte de un familiar. Lo que sí está en nuestras manos es guardar un bonito recuerdo del fallecido o por el contrario, asustarnos y dejar de relacionarnos porque en cualquier momento todos nos iremos.

Desde que nacemos estamos expuestos a que nuestro corazón pueda ser dañado, porque incluso el amor que sentimos por nuestros padres, también puede ser quebrado. Cada persona que se va de nuestras vidas deja en nuestro corazón un vacío. Nos roban un pedazo y se lo llevan consigo, tallando el robo en el recuerdo de un corazón que ni borracho puede olvidar el dolor.

Estas heridas se pueden regenerar, pero los tejidos no serán los mismos porque nunca vuelven a conectar dos corazones con la misma intensidad. De esta manera la apariencia del corazón será nueva, pero en su interior se guardan marcas de todos los daños sufridos. Signos de experiencia escondidos y eternos, visibles en vida únicamente por el propio dueño. Sin embargo, cuando esta se va apagando y va llegando nuestro final, solo habrá una manera de saber si realmente se ha vivido, observando las heridas que el corazón ha grabado en él durante el camino.