martes, 19 de abril de 2022

LA CRISIS NUNCA VISTA

 Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL 

de EL COMERCIO el 17/04/2022


https://www.elcomercio.es/opinion/crisis-nunca-vista-20220417000901-ntvo.html

La crisis nunca vista


SUSANA ÁLVAREZ OTERO Domingo, 17 abril 2022, 02:41

Creo que en los años que tengo de uso de razón económica, nunca he visto una crisis como la actual: es la crisis nunca vista. ¿Por qué? A pesar de que lamentablemente haya una guerra en Ucrania, no es una crisis de guerra al uso, aunque nos haya llegado tras una pandemia 'nunca vista'. Estamos en crisis cuando tenemos capacidad de producción, almacenes llenos, energía que se está produciendo sin parar y las renovables más desarrolladas que nunca. Los que no tienen trabajo, con tal problema añadido, y los que lo tenemos, sintiéndonos cada día más pobres. ¿Qué otra cosa se puede sentir con una inflación galopante que alcanza ya el 9,8% y previsiones de hasta el 12% para el cierre del mes de abril? Es un problema inflacionista con muchas aristas. Estamos, en primer lugar, con un gravísimo problema de liquidez porque esta es una subida de precios indebida. No es una subida de precios normal porque no se basa en la escasez de materias primas, lo cual se aprende en la primera lección de primero de economía. Los almacenes están llenos y hay energía para dar y tomar. Lo que tenemos son unos monopolios internacionales brutales que están provocando esta situación. Las bondades de los mercados en competencia perfecta y las maldades de los monopolios están en la segunda lección de primero de economía.


Por un lado, tenemos el monopolio del gas, entre Rusia y Catar, que está generando unos precios insoportables para el ciudadano medio y para las empresas. Un auténtico cártel con el objeto de regular y controlar el mercado. Por otro lado, el monopolio del petróleo: Rusia y la Opep, para hacer lo mismo, pero con el crudo. ¿Y qué están haciendo ante esto la Organización mundial del Comercio, Estados Unidos, el G7 o el G20? Pues, de momento, poca cosa, no sé si porque no quieren o, más bien, porque no pueden, lo cual es lamentable para nosotros los ciudadanos que sufrimos en última instancia las consecuencias y también gravísimo para el funcionamiento normal de las empresas. De hecho, las hay que han tenido que parar o transportistas que deciden que mejor quedarse en casa que salir y perder más dinero. Para mí, la clave está ahí.

¿Soluciones a esto? ¡Ojalá las tuviera! Bajar la presión en la demanda sería un buen comienzo. Reducir la dependencia y el uso del petróleo y el gas es fundamental y creo que muy importante en un país privilegiado como el nuestro para renovables como la energía solar y la eólica. Es cierto que no son suficientes. De esta presión se libra Francia, república muy florida en nucleares, pero no hace falta saber mucho de energías limpias para entender que aceptar la nuclear como tal es lo mismo que dar por bueno al pulpo como animal de compañía. ¿Por qué la Agencia Internacional de la Energía no pone tope en los precios y actúa contra este cártel? Quienes más los sufrimos somos los europeos. Estados Unidos se autoabastece y nosotros, los españoles, tenemos gas en el suelo, mucho parece ser, pero ¿de qué manera se podría extraer? Tampoco el fracking es una alternativa viable, aunque en EE UU no le hagan ascos a esta práctica e incluso hayan conseguido pulirla para que no resulte tan destructiva.

Estamos además en una situación muy complicada porque, aunque ya se haya 'gripalizado' el covid, aún no hemos salido del todo de la pandemia. Todavía sufrimos las consecuencias y nuestra economía, tan basada en el turismo, empieza a recuperarse con el movimiento de turistas, tratando de aproximarse a 2019, lo cual será difícil. Tenemos unas finanzas públicas muy debilitadas por todas las ayudas que ha generado la pandemia y tenemos pendiente hacer los deberes para lograr la consolidación fiscal.

No sabemos si Putin va a ganar la guerra o si se va a salir con la suya. Lo que sí sabemos es que, además del drama humano que es lo más grave, la economía ucraniana está destrozada y era una fuente importantísima en la industria de alimentación. Putin, por su parte, además de tener aspiraciones de zar con el dominio de territorios, se ha convertido en el zar de la energía, de los alimentos, del girasol, de los cereales, lo cual ha presionado muchísimo los precios. La inflación es una manera de pagar deudas porque estas están reflejadas en términos nominales. El precio real es el nominal menos la inflación. Pero es una inflación de costes y los bancos centrales tienen las manos atadas, con un margen muy limitado en sus políticas. En esta tesitura, las políticas ortodoxas de subida de tipos de interés para el control de inflación pueden resultar peligrosas y con riesgo de estanflanción. No obstante, no queda otra más que subir tipos más pronto que tarde, lo cual encarecerá las hipotecas a tipo variable y la financiación a los ciudadanos y las empresas. Si se llega a inflaciones de dos dígitos -esperemos que no- se originará una presión muy fuerte sobre los salarios por la grave pérdida de poder adquisitivo. Son situaciones que si se prolongan en el tiempo pueden tener efectos explosivos. Solo queda esperar que esto termine cuanto antes, en primer lugar, por los ucranianos. Y confiar en que el resultado devastador de las sanciones sobre la economía rusa surta efecto y Putin desista y nos deje en paz, nunca mejor dicho.





              Artículo en SELECCIÓN DE PRENSA de la UNIVERSIDAD DE OVIEDO