Lo cierto es que después de ver esta foto que nos hizo el marido de mi madre el día del evento al que asistimos con presidencia de los Reyes de España, entendí el protocolo de Casa Real, de coordinar la corbata del caballero con el vestido de la señora. Supongo que hubiera quedado mejor para la foto, pero a él le gusta el verde y se puso su corbata color verde y yo, mi vestido azul. Uno de ellos. Adoro el color azul.
Cada uno tiene que ponerse lo que quiera y nadie puede imponerle a nadie lo que se ha de poner. Ni siquiera una inocente corbata. No se me ocurriría hacer algo así y aunque dicen que por el Norte de España hay matriarcados y mujeres mandonas, y en el Mediterráneo patriarcados, yo no soy mandona, ni me apetecería estar con nadie al que tuviera que darle órdenes. Eso sí. He visto cantidad mujeres por aquí que sienten placer dando órdenes a sus maridos y no precisamente en la cama, sino para cada paso del día.
Cada uno, cada una, cada pareja es un mundo. Y este es mi mundo, mi esposo desde hace 18 años, el padre de mis hijos y el hombre que me vio en un bar de Gijón hace 20 años y no dejó nunca de mirarme, ni de amarme.
El futuro es incierto por definición, pero hasta ahora así ha sido.
