lunes, 16 de enero de 2017

Heavy metal

¿Se puede vivir bien después de esta carnicería?


Tal día como hoy, en 1991, un cirujano con manos de plata acababa de hacerme esto en el Hospital Central de Asturias. Estaba yo drogada, en la UVI de reanimación, llamando a la enfermera cada vez que se terminaba la droga y vomitando la anestesia de siete horas de operación de la víspera, tras la cuales necesité cuatro bolsas de sangre. Oía a lo lejos la radio de la enfermera que informaba sobre la guerra del Golfo y que una coalición de países liderada por EE.UU. obligaba al ejército invasor a replegarse de Kuwait. Mientras tanto, yo libraba mi propia guerra en la UVI. 

¿Se puede vivir bien tras ello?

Pues la verdad es que tal suceso no me ha impedido hacer lo que cualquier mujer puede desear hacer, incluido parir y criar hijos. Eso sí, parir "con dolor", como dice la Biblia. Desconozco los placeres de la anestesia epidural. Nada excepcional por otra parte; es lo mismo a lo que tuvo que enfrentarse mi madre, mis abuelas, tatarabuelas...y la inmensa mayoría de las mujeres. 

Dicen que no hay mal que por bien no venga y también ha tenido sus ventajas. A veces me he preguntado por qué me tuvo que tocar a mí. Me consolaba inmediatamente pensando que podría haberme llegado cualquier otra cosa peor. 

Tal vez fuera este chico el culpable, que canta a su amada que "todo el mal que hay en la tierra, sobre la espalda te cayera....". Como canción de amor, no me negará usted, amable lector que resulta un tanto peculiar, ¿verdad? 



Me cayó todo el mal sobre la espalda, efectivamente, pero aquí estoy, vivita y coleando...

Dicen que todo lo que no te mata te hace más fuerte. Quisiera creer que, a pesar de mi frágil apariencia, soy una mujer fuerte. Lucho por ello cada día.