lunes, 4 de marzo de 2024

POR UN EMPLEO SIN NINGÚN GÉNERO DE DISCRIMINACIÓN

 Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL de ECONOMÍA

en EL COMERCIO el 03/03/2024


POR UN EMPLEO SIN 

NINGÚN GÉNERO DE DISCRIMINACIÓN

El Comercio · 03 marzo 2024 · SUSANA ÁLVAREZ OTERO 

En mi opinión, es difícil creer que el paro español se acerque a la media de la Unión Europea (6-8%) en esta legislatura. Por supuesto, espero equivocarme y si se logra, que sea con empleo de calidad y sin discriminación de ningún tipo


«Aquí viene la señorita de Valladolid». Tal cosa me decía un hombre leonés, allá por el siglo pasado, en mi primer trabajo para una gran compañía internacional, en un grandioso edificio ubicado a las afueras de León. Ante esa suerte de ‘micromachismo’, diríase ahora, yo le contestaba tranquilamente: «Yo soy la señorita de Oviedo y necesito los documentos para la revisión del coeficiente de caja, por favor». Ese tipo de cosas siempre me han entrado por una oreja y me han salido por la otra. Ignoro lo que las buenas gentes de León tienen contra las buenas gentes de Valladolid (¿capitalidad?), ni lo que mi forma de vestir o de caminar, tal vez, impulsaba al buen señor a decirme tal cosa, que nunca, dicho sea de paso, me ofendió en modo alguno. Opté posteriormente por el trabajo universitario, al que fui llamada, en el que falta una para la primera vez en que me haya sentido discriminada por razón de género. Por tanto, suscribo lo que el rector Leopoldo Alas Argüelles afirmó en un artículo periodístico publicado en 1913, titulado ‘Del Feminismo’, aseverando lo siguiente: «El problema feminista no es aquí un problema urgente».


 Ha pasado más de un siglo y ha cambiado absolutamente todo. Nuestra España actual permite la educación igualitaria, el acceso a la educación y al empleo en las mismas condiciones para hombres y mujeres. Es más, como madre de hijos de distinto sexo me preocupa mucho que un posible efecto pendular perjudique a quien no es de sexo femenino, lo cual no podría entender yo más que como una grave discriminación. Y, como economista española, es motivo de preocupación que nuestro mercado laboral ofrezca oportunidades igualitarias de empleo, o sencilla y llanamente, empleo de calidad para hombres y mujeres. He ahí la grave cuestión que motiva mi escrito y que explico en las líneas que siguen. 

El Gobierno, en relación al empleo, nos ha vendido unos resultados que no son para nada motivo de celebración. Se pondera la política laboral desplegada por el gabinete señalando que ha sido un éxito, cuando lo cierto es que la tasa de paro española a finales de 2023 dobla la media de la Unión Europa (UE) y la de desempleo de los jóvenes también. Eso sin necesidad de tener en cuenta, por ejemplo, el número de desempleados reales que no computan como tales porque están sometidos a contratos fijos discontinuos, cuyas cifras oculta el En mi opinión, es difícil creer que el paro español se acerque a la media de la Unión Europea (6-8%) en esta legislatura. Por supuesto, espero equivocarme y si se logra, que sea con empleo de calidad y sin discriminación de ningún tipo. Hablar de reducción de la precariedad no es creíble, porque la holgura del mercado de trabajo, esto es, la diferencia entre el volumen de trabajo deseado por los trabajadores y el volumen real de trabajo disponible, afecta al 22% de la fuerza laboral. 

El Gobierno se llena la boca con alcanzar el pleno empleo, pero no es algo ni que se pueda hacer a corto plazo ni que sea gratis. Es un eslogan para el Gobierno, pero son necesarias reformas muy importantes del mercado laboral y del sistema educativo para que España tenga alguna posibilidad de converger con la UE en esta materia. Y ¿qué se entiende por ‘pleno empleo efectivo’? Tal situación se logra en un país cuando todas las personas que quieren trabajar por cierto nivel de salarios pueden hacerlo. Ello no implica que la tasa de paro se sitúe en el 0%, ya que se entiende que siempre existe cierto desempleo asociado a la rotación –personas que están en ese momento sin trabajar porque están cambiando de puesto (paro friccional)– y también un nivel de desempleo enquistado, involuntario y que se mantiene a largo plazo, que no disminuye pese al crecimiento económico o el impulso a la demanda y que no genera más inflación. Este último es el conocido como desempleo estructural o tasa de paro no aceleradora de la inflación, y no se puede medir a ciencia cierta. Una forma de detectar dónde se sitúa ese desempleo estructural inevitable es analizar el histórico. Pues bien, en España el nivel de desempleo más bajo fue del 7,9% en el segundo trimestre de 2007. Sin embargo, estamos muy lejos de tal situación porque el desempleo, en media, en las dos últimas décadas se ha situado en el 15,96%. Actualmente se encuentra en torno al 11%. La razón de esta bajada tiene que ver, creo yo, con la demografía. Hay un comportamiento distinto del mercado laboral porque las empresas retienen personal, cuando antes recortaban plantilla. Esto puede deberse a que perciben insuficiencia de mano de obra cualificada con respecto a las personas que se jubilan: aproximadamente por cada joven que entra en el mercado laboral hay dos personas que se jubilan (Funcas). El objetivo sería un nivel de pleno empleo próximo a la media de la UE (entre el 6% y el 8% de desempleo). El de Estados Unidos es inferior al 4%. 

En mi opinión, es difícil creer que el paro español llegue a tal nivel (6%-8%) en esta legislatura. Por supuesto, espero equivocarme. Y si se logra, que sea, con empleo de calidad y sin discriminación de ningún tipo de género, por favor. No olvidemos tampoco que el número de personas en situación de ‘carencia material severa’ está 3 puntos por encima del existente a comienzos de la pasada legislatura, lo cual sólo se soluciona facilitando la creación de empresas y empleo de calidad. 




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