Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL de ECONOMÍA
en EL COMERCIO el 04/02/2024
El
problema económico de España es España
La inestabilidad política, con un Gobierno que resulta rehén de
lo que decida un puñado de diputados, es una bomba de relojería. No en vano, la
encuesta de Bank of America infrapondera a España como segundo peor destino de
inversión de la zona euro
Oviedo
Domingo, 4 de febrero 2024
Hace unos meses estuve en Nueva York. La ciudad sufría
una plaga de ratas. Es una metrópoli muy ruidosa, cosa que me desagrada porque
soy muy sensible a la contaminación acústica, pero es Nueva York. En ella
reside la conciencia de lo que es y ha querido ser siempre Estados Unidos: un
gran país que, además, respeta sus diferencias internas entre estados, lo cual
no les impide estar unidos, voluntad que hasta en el nombre llevan impresa.
Nada más lejos de lo que aquí sufrimos. Dicen que no somos
sólo como nos percibimos, sino también como los demás nos ven. Y esto se aplica
a las personas y a los países, lo cual, para bien o para mal, tiene efectos
económicos de los que aquí quiero hablar.
Me resultó triste leer una entrevista al alemán Florian Schoeller, fundador y
consejero delegado de la agencia de 'rating' (calificación) Scope, afirmando,
sin paliativos, lo que titulo en este escrito. Y no lo hacía como una crítica
furibunda, o desde el desprecio, o minusvalorándonos como país, sino todo lo
contrario. Lo declaraba desde el convencimiento de que podemos ser un gran país
y más fuertes y poderosos económicamente. Y lo peor es que la principal barrera
no nos viene de fuera, sino que la ponemos nosotros mismos. Los españoles nos
empeñamos en boicotearnos y ponernos palos en las ruedas, que es justo lo
contrario de lo que hacen otros países y otras gentes. La consecuencia
económica directa de lo previo sobre España es muy negativa, por el efecto en
las inversiones, especialmente extranjeras, y las opiniones de las agencias de
'rating'. Por ello, lo que piensa alguien que dirige una agencia de
calificación sólida, independiente y creíble es relevante. Es evidente que
nuestra historia es el reflejo de un país que parece empeñado en destruirse y
desunirse, ahora más que nunca. La inestabilidad política que sufrimos, todo lo
sucedido recientemente, con un Gobierno que resulta rehén de lo que decidan un
puñado de diputados, es una bomba de relojería desde el punto de vista
económico.
No en vano, la encuesta de Bank of
America infrapondera a España y la sitúa como segundo peor destino de inversión
de la zona euro. Esto es muy grave para nosotros y nuestro potencial de
crecimiento económico, porque si el dinero no fluye, nos estancamos. Los gestores
de fondos europeos consultados por Bank of America en su encuesta más reciente
han rebajado la ponderación al mercado bursátil español en 2024 y lo han
situado, como he dicho, en el segundo destino de inversión menos atractivo tras
Italia.
Este dato es peor que en meses previos.
Es obvio que la inestabilidad política que se percibe desde el exterior y la
debilidad del Gobierno actual influyen decididamente. ¿Se empeñan las agencias
de 'rating' o los gestores consultados por Bank of America en tratarnos mal?
No. Al contrario. Ponen de manifiesto que somos nosotros mismos los que no
tomamos las decisiones adecuadas en la senda de la mejora económica y social. Y
no se trata solo de culpar a 'nuestros políticos', sino de asumir que la clase
política no es sino el reflejo de lo que somos.
Lo contrario sucede con otros países y
tiene su reflejo bursátil. Así, esa misma encuesta en la que participan un
total de 256 gestores con activos bajo gestión valorados en 614.700 millones de
euros, ha situado a la bolsa británica como la más atractiva de cara a los
próximos doce meses, hasta el punto de que han duplicado la apuesta de
sobreponderar del pasado diciembre. Tras la británica, la suiza y la francesa
se llevan las mejores calificaciones.
Todo indica que, aunque estamos ante un
escenario de desaceleración económica, el fantasma de la recesión en Europa
parece haberse alejado. Es obvio que vivimos en un marco de gran volatilidad,
en el que hacer previsiones se complica, pero parecemos abocados a una
desaceleración suave en el ritmo de crecimiento. La gran incógnita es saber si
la bajada de la inflación permitirá recortes en los tipos.
De hecho, el consejo de gobierno del
Banco Central Europeo (BCE) decidió recientemente mantener los tipos de interés
de referencia de la zona euro sin cambios por tercera reunión consecutiva y el
tipo principal seguirá así en el 4,5% (el nivel más alto desde mayo de 2001).
Hay expectación sobre un posible cambio de tendencia y recorte en los tipos,
pero Lagarde ha evitado dar pistas al respecto, señalando que en la mesa del
consejo están de acuerdo en que es prematuro hablar de recortes de tipos de
interés. Y esto, para la reactivación económica, es una pésima noticia, porque
el dinero más caro frena la actividad. Eso sí: es totalmente necesario para el
control de un mal mayor, cual es la pérdida de valor del euro.
Estoy convencida de que la estabilidad
política en España es primordial. También lo es caminar hacia la ortodoxia en
nuestras cuentas públicas. Se debería iniciar una senda hacia el equilibrio en
dichas cuentas porque el déficit es descomunal. Es cierto que el empujón del
turismo ha ayudado y que el gasto público y el consumo interno han compensado
la menor demanda exterior, pero la responsabilidad en las cuentas públicas es
fundamental. Y si en algún momento logramos estabilidad política y nos
empeñamos, para variar, en mantenernos unidos, tal vez lleguemos a ser un gran
país. De momento sólo podemos soñarlo. Al menos, lo haremos los optimistas, como
quien suscribe
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Artículo destacado en Selección de prensa de la Universidad de Oviedo