sábado, 8 de febrero de 2020

La esposa amagada



Recuerdo que escuchábamos esta canción, como tantas otras de esa época en la discoteca Valparaíso de Luanco. Mi padre era muy severo con la hora de llegada en invierno, aunque comencé a salir muy tarde; era algo menos estricto en verano. La llamábamos Valpa: una discoteca al aire libre, en verano y en Luanco. Bailábamos y cantábamos un montón: 17, 18 años. Rock, pop, al final siempre ponían a Laura Pausini o a Battiato y, como cierre final, final, Daniela Romo y su mejor canción. 

Al cierre de esta entrada, bajo las fotos, dejo enlaces de prensa asturiana que hablan de esa legendaria discoteca luanquina que ya no existe pero que formó parte de nuestras vidas. De la de mis amigas y de la mía. 

Recuerdo mucho esta canción. Recuerdo cantarla y pensar en lo que podía ser un centro de gravedad permanente en una vida. Algo que a esa edad no sabes, pero que luego descubres. Si hay suerte. 
Es difícil lograr cosas importantes en la vida: escribir una tesis doctoral, pintar un buen cuadro, escribir un buen libro...Pero lo más difícil es lograr tener ese centro de gravedad, ese algo que te fija y que te hace ser uno. 

Y  desde luego, quien lo logra lo exhibe y lo muestra como su mayor trofeo y logro en la vida. 
Hay personas que deciden esconderse, porque son así. Opacos en sí mismos. Hay por ahí un artista grafitero que no se sabe quien es o se esconde; solo muestra su obra. Escritores que jamás se exhiben ni conceden entrevistas, pero otros hacen lo contrario. Muestran su obra, su oficio, dan entrevistas, se explican, muestran a su hijo, a su madre, a sus abuelos que venían del pueblo, a su hermana, fotos con sus amigas, sus muchas amigas, fotos con sus amigos, con sus compañeros de trabajo, y sin embargo amagan y esconden a la esposa. 

Jamás me ha sucedido algo así. Y espero que jamás me suceda tal cosa. Me parece algo tremendo. 
Cuando he ido de la mano de un hombre esa persona estaba orgullosa de llevarme a su lado. Nadie ha escondido mi cara, ni mi persona, ni mi presencia, ni mi identidad, ni mi oficio. Me parece un oprobio, una vergüenza pública hacerlo. Es realmente ofensivo y si se hace solo puede haber dos razones: 

a) que ese centro de gravedad sea fallido y por consiguiente no lo sea realmente; 
b) que se quiera proteger a uno mismo opacando a ese centro de gravedad que no exhibe de manera orgullosa, porque se quiere esconder. Así, disimulado, sí pero no. Quasi invisible, mejor que mejor. ¿Por qué? ¿Por su aspecto, por su edad, por su físico, por su bajo o nulo perfil profesional? ¿Cuál es la razón de avergonzarse de la esposa? ¿Es eso verdadero amor?

Cuando algo se amaga, cuando algo no se muestra, es porque se quiere esconder por alguna razón. Cae de cajón de madera de pino, como decía uno de mis hermanos. Ser la esposa amagada probablemente sea de las cosas más ofensivas que le pueden suceder a una mujer. Y lo peor, es que ella puede ser la última en percatarse de ello. 

No hay ninguna razón para esconder el amor, salvo que no sea amor o el verdadero amor que se quiere tener. 
Cuando es, se muestra y se ve. Si se muestra todo lo demás, ¿qué sentido tiene ocultar al ser amado? Tal intento de opacidad resulta más visible aún; produce justo el efecto contrario. Resulta sospechoso, ruidoso, sonoro y estrepitoso. Casi escandaloso de lo vergonzoso que resulta para la persona afectada y, en última instancia, para quien lo practica. 

He aquí ejemplos exactamente de lo contrario, que por otra parte es lo lógico, si todo va bien. Dado el perfil público no opacado de estos hombres, porque así son y así lo quieren, tampoco opacan a su centro de gravedad del que se siente enamorados y orgullosos. Ellas también les dan motivos para sentirse así. Salta a la vista. 

Víctor del Árbol y su esposa, no amagada, que aparece por doquier en instagram, facebook y demás. Creo que es editora.


Manuel Vilas y su chica, no amagada: la glamourosa e inteligente académica Ana Merino, reciente ganadora del Premio Nadal. 


García Montero y su "chica", no amagada, imposible hacerlo, dada su presencia e importancia pública. Un poderoso centro de gravedad con peso específico. 


Y cambiando de gremio, Sergio Ramos y su no amagada esposa Pilar Rubio, presente por la tele por doquier. 


Con otro perfil, pero mis favoritos. Zidane y su amor. Su no amagada esposa, su visible esposa, que tiene el papel de esposa y madre, sin trabajo potente como las anteriores, pero que es visible y que muestra por doquier super archiorgulloso de su centro de gravedad y madre de sus hijos. 
Esto es amor, esto es encontrar un centro de gravedad que te ata con fuerza, y todo lo demás, FICCIÓN.

La vida real, tal vez hay quien la deje para OTRA VIDA...
Cada cual toma sus propias decisiones. 
Pues igual no llega...Ojalá haya otra, pero no estoy segura. Por si acaso, seguiré yendo a misa los domingos y fiestas de guardar. Tal vez repartan papeletas para la vida eterna. 






Hasta en bikini nos la muestra...



REFERENCIA EN PRENSA ASTURIANA DE LA DISCOTECA VALPA....






La verdad que prefiero la letra original en italiano de la canción: 

Cerco un centro di gravità permanente

Che non mi faccia mai cambiare idea sulle cose sulla gente
Avrei bisogno di
Cerco un centro di gravità permanente
Che non mi faccia mai cambiare idea sulle cose sulla gente
Over and over again
You are a woman in love

Baby I need your love
I want your love
Over and over again
Come in into my life
Baby, I want to give you my soul