¿Qué tipo de bicho es este que hay gente a la que le hace esto? ¿Qué es esto que nos amenaza y nos ha cambiado la vida, espero que no para siempre? Tremendo.
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Las cicatrices de la covid
El
10% de los infectados presenta síntomas meses después de superar la enfermedad.
Los sanitarios alertan de que faltan recursos de rehabilitación para atender la
demanda
Carme Cañas
practica sus ejercicios de rehabilitación tras superar la covid, en el Institut
Guttmann de Barcelona en marzo.CARLES
RIBAS
Barcelona - 06
ABR 2021 - 08:09 CEST
Apenas un vistazo al
gimnasio del centro de neurorrehabilitación Guttmann de Barcelona basta para
esbozar una panorámica de lo que ha dejado tras de sí un año de
pandemia. Unas mamparas de plástico numeradas y con tomas de oxígeno
dividen la sala y recuerdan los días más aciagos de la crisis sanitaria, cuando
se habilitó el gimnasio con camas de hospitalización por si colapsaban los
recursos disponibles. Los biombos y el circuito de oxígeno siguen ahí, por si
acaso. Pero entre ellos hay colchonetas, camillas y aparatos de rehabilitación.
En una esquina, Carme Cañas, de 57 años, empuja hacia una camilla su silla de
ruedas, a la que está atada por la debilidad muscular que le dejó un ingreso de
dos meses en la UCI a causa de la covid. Un poco más adelante, sobre una
esterilla, Sheila Lozano, de 24 años, hace ejercicios de fortalecimiento
muscular para atajar la disnea (dificultades para respirar) y
los dolores articulares que arrastra desde hace un año, cuando se infectó de
covid. Además de la amenaza de una cuarta ola, la enfermedad ha dejado una
amalgama de secuelas de distinta intensidad que compromete el día a día de
muchos pacientes. El Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas de Salud de
la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una cuarta parte de los
infectados continúa con síntomas hasta un mes después del diagnóstico y
un 10% sigue afectado 12 semanas después. Los sanitarios alertan de que faltan
recursos de rehabilitación para atender la demanda creciente.
La enfermedad no se
acaba con su curación. No hay un patrón claro de los perfiles más susceptibles
a las secuelas, aunque la gravedad de la enfermedad influye. Aquellas personas que han estado
hospitalizadas, sobre todo en cuidados intensivos (UCI), tienen más
cartas. “Aquí se unen dos cosas: la patología neurológica que está
condicionando el virus y, por otra parte, las estancias prolongadísimas en la
UCI”, apunta Montserrat Bernabeu, directora asistencial del Institut Guttmann.
El centro ha atendido medio centenar de casos con procesos neurológicos graves
asociados a la covid, como ictus o síndromes de Guillain-Barré (un trastorno
poco frecuente donde el sistema inmune ataca a los nervios y provoca
parálisis). También hay pacientes con daños cardíacos, renales o respiratorios
tras la covid. Y a todos esos problemas se suma, además, el síndrome pos-UCI, caracterizado por la debilidad
muscular y el impacto cognitivo que generan las largas
estancias en estas unidades. Ricard Ferrer, presidente de la Sociedad Española
de Medicina Intensiva, señala: “Afecta más a pacientes de más edad y con
ventilación mecánica prolongada. Se ven alteraciones neuromusculares, disfagia
[dificultad para comer} o problemas cognitivos, como pérdida de memoria y
atención. Con la covid vemos también alteraciones respiratorias, como la
fibrosis pulmonar”.
Cuando se despertó en
la UCI, Cañas era incapaz de moverse. “No podía comer ni hacer nada. Ahora he
mejorado con la rehabilitación y ya empiezo a caminar, pero aún no me puedo
incorporar sola”, explica. También se cansa mucho y le cuesta respirar, algo
común en las personas con secuelas. “Hay pacientes que presentan trombos en el
pulmón o tienen focos de neumonía persistente y requieren tratamiento con
cortisona tras el alta”, explica la neumóloga Diana Badenes, de la Unidad
Postcovid del Hospital del Mar de Barcelona. “Pero en la mayoría de los casos,
evolucionan bien. A los tres meses, la mayoría resuelven las alteraciones”.
Carme Cañas, en el Institut Guttmann de
Barcelona.CARLES RIBAS
La comunidad
científica también está intentando arrojar luz sobre otros síntomas
inespecíficos y prolongados que afectan tanto a los casos graves de covid como
a los leves. Por ahora, desconocen por qué aparecen, en qué pacientes y hasta
cuándo duran esos cuadros clínicos tan variables que configuran el llamado
covid persistente —la OMS ya le ha asignado un código en la Clasificación
Internacional de Enfermedades—. Según un estudio preprint —no
revisado aún por expertos independientes— que ha analizado 15
investigaciones publicadas, el 80% de las personas que han pasado la covid
sufren secuelas tras la infección, sobre todo fatiga (el 58%), cefalea (44%),
trastornos de atención (27%) y disnea (25%).
Muchos pacientes con
covid persistente no reflejan alteraciones en las pruebas médicas
convencionales. “Aquí tenemos una manifestación clínica y lo que nos falta es
la etiología [estudio de las causas]. No hay ninguna enfermedad que explique
este daño multisistémico”, señala Pilar Rodríguez, de la Sociedad Española de
Médicos Generales. Esta sociedad científica hizo una encuesta a 1.834 personas
con síntomas compatibles con covid persistente: la mayoría (79%) eran mujeres y
los síntomas duraban más de medio año.
Lozano responde a ese
perfil. “Llevo un año así y estoy peor ahora
que cuando me contagié. Tengo fatiga, dolores musculares, cefaleas,
mareos y más disnea: me canso al hacer la cama. Y tengo alteraciones
cognitivas: el simple hecho de redactar un correo electrónico de siete líneas
me puede llevar una hora y media”, explica la joven, enfermera de profesión.
Ella pasó la covid en marzo de 2020 y, aunque se reincorporó a trabajar, poco
duró en su puesto. “No era capaz de aguantar una jornada laboral”, relata.
Rodríguez alerta de
que se trata de cuadros clínicos muy incapacitantes: “Dentro de esa
heterogeneidad sintomática y causal, hay que darse cuenta de que está generando
mucha discapacidad en personas jóvenes y activas laboralmente. El 30% necesita
ayuda para labores de la higiene diaria, según nuestro estudio”.
El origen de estos
síntomas es incierto, pero el vínculo común entre los pacientes es haber pasado
la covid. “Muchos pacientes refieren cefalea brutal y dolor de espalda. Hay
como un meningismo, una afectación meníngea que se resuelve, pero que puede dar
secuelas cognitivas, de afectación del funcionamiento cerebral por culpa del
coronavirus”, apunta Bernabeu. Algunos mecanismos conocidos del virus podrían
explicarlo, arguye: “Sabemos que el virus provoca una afectación sobre el
tejido nervioso y causa problemas de hipercoagulabilidad, así que podría dar
pequeños trombos que pudiesen afectar al tejido nervioso. Y luego tenemos la
parte de la hipoxia: toda la gente que sufre la forma grave de la enfermedad,
incluso sin recibir ventilación mecánica, pasan por una situación de falta de
oxigenación de los tejidos, que puede condicionar un daño temporal”.
Sheila Lozano (centro), diagnosticada de
covid persistente, hace ejercicios de rehabilitación en el Institut GuttmannCARLES RIBAS
El único tratamiento que hay son
los fármacos para paliar los síntomas y, sobre todo, la
rehabilitación. En Guttmann, por ejemplo, la Unidad Postcovid ambulatoria tiene
un plan de ocho semanas de rehabilitación cognitiva, respiratoria y motora para
los casos menos severos. “Es importante empezar cuanto antes la
rehabilitación”, alerta Bernabeu. Un estudio del hospital de Mataró reveló que
los pacientes con disnea y fatiga poscovid mejoran un 20% la capacidad
respiratoria tras la rehabilitación.
Limbo en la atención
La pandemia ha
cristalizado la importancia de estas terapias de rehabilitación, pero también
la infradotación de recursos en este campo. “La rehabilitación siempre ha
estado pensada como una especialidad de lujo: costosa y para pacientes
seleccionados. Pero este concepto está obsoleto y evidencia la infrautilización
de estos servicios”, protesta Carolina de Miguel, presidenta de la Sociedad Española
de Rehabilitación y Medicina Física (SERMF). En España hay unos 1.600 médicos
rehabilitadores en la sanidad pública, según la SERMF, y solo los grandes
hospitales tienen unidades especializadas. “La mayoría de enfermos que
necesitan rehabilitación se han quedado en un limbo porque no hay un sistema
para atender la demanda. No podemos ver a todo el mundo. Los que nos llegan son
los que salen de la UCI”, agrega De Miguel.
Además, la crisis
sanitaria agudizó las carencias. De hecho, los gimnasios de los hospitales
fueron los primeros en claudicar cuando faltaban camas. “La OMS dijo que la
rehabilitación tenía que estar en la parrilla de salida para atender la covid.
Y eso no se ha hecho. En la mayoría de hospitales tuvimos que ceder nuestros
espacios en la primera ola. Somos una especialidad con recursos limitados y
eso, unido al cierre de instalaciones, ha hecho que no se haya tratado como se
debía tanto a enfermos covid como no covid”, asume de Miguel.
La rehabilitación,
coinciden los expertos, es y será clave para atender las secuelas de la covid.
“La covid ha cambiado el papel de la rehabilitación y la necesidad de
fisioterapeutas ya desde la UCI. Hay un déficit de estos recursos y hay que
corregirlos. Es importante empezar a rehabilitar de forma temprana y
constante”, apunta Ferrer. Bernabeu incide, además, en la necesidad de mejorar
los programas de rehabilitación cognitiva. Por su parte, De Miguel pide
integrar equipos de rehabilitación ya desde atención primaria y reforzar la
atención hospitalaria para evitar que la discapacidad evolucione. “Lo que se
pierde en un día de ingreso a nivel muscular, tardará cuatro días en volver a
recuperarse”, alerta.
LAS SECUELAS EN SALUD MENTAL
El daño a largo plazo de la covid no es solo cognitivo, respiratorio o motor. Hay más. Carmen, por ejemplo, admite que ahora está “asimilando” todo lo ocurrido y no es fácil. “No recuerdo encontrarme enferma ni cuando entré en la UCI. Me lo explicaron después y lo estoy procesando, pero hay días que estoy muy triste. Tengo mucho miedo a volver a caer enferma”, admite. El peso psicológico de todo el proceso de enfermedad también satura al paciente. Un estudio publicado en The Lancet Psychiatric reveló que, en los tres primeros meses tras dar positivo por coronavirus, alrededor del 20% de los pacientes ha sufrido ansiedad, depresión o insomnio. Haber tenido un diagnóstico de trastorno mental previo a la covid incrementa un 65% el riesgo de desarrollar otro.
La directora
asistencial del Hospital Guttman, Montserrat Bernabeu, pone el foco en la alta
prevalencia de problemas de salud mental: “Nos hemos encontrado con pacientes
poscovid que, asociado al tema cognitivo y físico, tenían un problema importante
de ansiedad y depresión. El pasar la enfermedad aislados, con muy poco soporte,
sin saber qué les pasaría, ha generado unos niveles de ansiedad y estado de
ánimo depresivo que se añade al trastorno cognitivo. Cuanto antes se pueda
valorar su situación, primero podrás orientar al paciente y disminuirás sus
niveles de ansiedad”. En su caso, Sheila Lozano asegura que los niveles de
ansiedad han ido en ascenso a medida que asumía el diagnóstico de covid
persistente: “Lo que más echo de menos es volver a trabajar. Quiero recuperar
mi vida de antes. Creo que ahora tengo ansiedad —pero como consecuencia, no
como causa de la covid persistente— al ver el recorrido que he tenido y no
saber si me voy a recuperar”.