lunes, 12 de abril de 2021

El futuro de la Laboral

En la misma línea, la opinión del director de EL COMERCIO. Totalmente de acuerdo con él. 



El futuro de la Laboral


Marcelino Gutiérrez
MARCELINO GUTIÉRREZGijón

La selectiva amnesia de la política ha regresado en los últimos tiempos al debate sobre la Laboral, ahora Ciudad de la Cultura, que en su reconstrucción perdió el digno y popular nombre de universidad. La loable intención de los exalumnos de promover su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad reabrió la polémica de la ahora llamada 'resignificación'. Por si una reconstrucción millonaria y casi una década de obras no hubieran bastado para 'resignificar' la Laboral, los trabajos se han completado con unos cartelitos, que unos critican y otros aplauden, pero que no subsanan la principal carencia de un complejo ampliado este siglo con un colosal centro de arte: la falta de un proyecto bien definido, que agrupe todo el conjunto, en lugar de una sucesión de ocurrencias.

Esta carencia ha sido la constante maldición de la Laboral. Ni siquiera Álvarez Areces, cuya tozudez permitió recuperar el inmueble, se libró de ella. Su funeral en el teatro de la Ciudad de la Cultura fue su última invitación a mirar al futuro en lugar de chapotear en el pasado. Pero ni por esas. De la falta de ideas se ha culpado a la crisis económica, a la imprevisión, al grandonismo de la rehabilitación y hasta a los escudos franquistas que sobrevivieron a la piqueta. Nada de ello cambia el hecho de que Asturias tenga un complejo único en España que merece mucho más que los fuegos de artificio de la polémica. Unos con la excusa del franquismo, del arecismo otros.

En el último año, las propuestas políticas se han limitado a una obra para evitar que la cúpula se desplome y un centro de innovación para la formación profesional con medio millón de presupuesto. Mientras, el centro de arte languidece y solo los usos improvisados y casi forzados por la pandemia han evitado que se convierta en un monumento a la vacuidad. Tras los mandatos de Areces, el Principado pasó del empeño por reivindicar la Laboral como patrimonio de Asturias a reducirlo a un problema gijonés, aplicando a la memoria histórica una conveniente laguna y favoreciendo el empeño de algunos por hacer del relato del fracaso su mayor éxito. Pese a todo ello, ahí sigue. Con espacios vacíos, pero llena de posibilidades. Con un campus en su entorno que también merece más apoyo del recibido. Solo falta valentía y empeño. Porque la solución, probablemente, siempre ha estado ahí. Tan evidente como sus diversos nombres: Universidad Laboral y Ciudad de la Cultura.