jueves, 23 de enero de 2020

No Me Hagas Daño



Aunque la canción, musicalmente, es muy mejorable, comprendo su lamento. Una persona puede vaciarse en alguien, puedes querer darle todo, ofrecer lo mejor de sí misma, entregarse y declararle sus sentimientos, desearla y quererla a esa persona, es decir, estar dispuesta a asumir los costes y demostrar, con hechos, que quiere estar con ella, que la ama de veras y, con todo y con eso, pueden no quererte. Pueden no amarte. Esto es así. El amor es así y quien no lo entienda es que no sabe lo que es el amor, ni lo respeta. Es su problema. 
Ahora bien, llegar a despreciar al ser humano que se ha querido entregar, insultarle a la cara de la forma más cruel e injusta, haciéndole pasar por despreciable, haciéndole creer que es la peor escoria que se ha cruzado en su camino, el perfecto ejemplo de lo que no quiere ser, eso no lo entiendo. No me entra en la cabeza ni es propio de buenas personas. Especialmente si ha habido sentimientos implicados. Una cosa es no querer, no amar o dejar de amar y otra, bien distinta, querer hacer daño gratuito a un ser humano que, por otro lado, sigue enamorado, como este cantante que nos ocupa. 
La canción es mejorable pero la belleza de la chica raya la perfección más objetiva, aunque sea un concepto subjetivo por definición. Cuando vuelva a nacer, que me hagan así, por favor.