En Asturias estamos desaparecidos, en esta piel de toro. Aquí no viene nadie de interés. Por llegar, no llega ni el AVE. Y hay asturianos que no se dan cuenta de lo empequeñecidos que estamos, sin haber sido nunca muy grandes, la verdad. Más bien grandones. Un grandonismo con poco fundamento, el nuestro.
Se repiten las tertulias del Campoamor. Menos mal. Mi madre, que es asidua, ya ha ido a la primera. Pas moi.
Me interesa la del 21 de febrero, pero es un viernes, mi tarde de chicas, piscina y gominolas con mi princesita.
A ver cómo la convenzo para ir a Oviedo a escuchar a un par de señores interesantes: Vilas y Cercas que vienen juntitos. Le diré que el Salón del Té del Campoamor es bellísimo, cosa que es verdad, pero cuando es mucho el aforo, y juntándolos tal vez lo logren, lo suelen derivar al Teatro Filarmónica.
A ver si puedo convencerla. La vida es más interesante escuchando a gente interesante. Qué pena que Vilas no venga con su chica, recién premiada en el Nadal y poder escucharla también a ella. Para otra ocasión tal vez.
