jueves, 14 de marzo de 2019

¿Por qué ir a misa?

Me casé con un ateo por la gracia de Dios. Y dejé de ir a misa. ¿Para qué, pensé yo? No lo necesito. Si no es importante para él, tampoco para mí. 
Cuando leí esto, me llamó mucho la atención la última frase del capítulo. 


En efecto, vamos a misa porque queremos que nos vaya bien en la vida. 

Al año de casada volví a misa. La iglesia que estaba cerca del piso de alquiler donde vivíamos mientras construíamos nuestra casa, era esta: San Vicente de Paúl. El cura hacía unas misas muy animadas y había niños y jóvenes. Cosa rara. 


Recurrí a lo que conocía. 13 años de colegio religioso no pasan en balde. 
Ahora vengo aquí. Y soy parte activa de la misa. 
Todo ayuda en la vida. Mientras algo te ayude, es bueno. Habrá otras ayudas, no lo dudo, pero a mi este lugar me ayudó. Como lo hace el arte: la buena música y la buena literatura, especialmente.