"Carta abierta a Joan Coscubiela"
Estimado
señor Joan Coscubiela: Me llamo Susana Álvarez Otero y soy profesora
universitaria de Economía Financiera. Estos días he contemplado, desde la
distancia y el poco tiempo que me deja mi labor de investigación en la
Universidad de Cambridge, lo sucedido en el parlamento catalán, con la votación
de la ley del referéndum y la posterior ley de transitoriedad. Lo he contemplado
con mucha pena precisamente porque la fractura, las separaciones me provocan
honda tristeza, en especial, si creo que son fruto de un error. De hecho, si
estoy en Gran Bretaña ahora, además de por el progreso de mi carrera profesional
es porque el Brexit me llenó de
profunda desazón. Soy una europeísta convencida y me duele asumir que un país
tan relevante ya no formará parte de la Unión Europea. He de decir que si una
lee entre líneas la prensa inglesa, o escucha atentamente las noticias en la
BBC respecto a estos episodios catalanes, si bien mencionan que el gobierno
español los considera como son, contrarios a la legalidad vigente, lo que más
se subraya es que al pueblo catalán no se le va a permitir votar. Algo que no
parece encajar con su idea de libertad y democracia. En el fondo piensan que de
la misma manera que se pudo hacer un referéndum para la salida de Escocia del
Reino Unido, o del propio Reino Unido de la UE, pues a ellos les encaja mejor
la idea de que el pueblo catalán pueda decidir su separación, eso sí, en un
referéndum conforme a las reglas.
A veces pienso que cada día es más difícil
creer en la justicia y en la democracia. Una comprueba lo lenta que es la
justicia y que los condenados pueden recurrir hasta envejecer y eludir la
cárcel y el castigo y se descorazona. Pero luego, un día, la hermana e hija de
reyes aparece sentada en el banquillo porque hay razones para ello y piensa
que, en verdad, la justicia ha de ser igual para todos. Una observa desde la
lejanía el bochornoso espectáculo antidemocrático que se produjo en el
parlamento catalán los días 6 y 7 de septiembre y empieza a creer que el
parlamento es un teatro y que se pueden saltar la normativa a la torera y
aprobar las leyes que les venga en gana, de la peor manera, con autoritarismo y
sin respetar la opinión del contrario. Y de repente, aparece usted con su
discurso, consciente de que para lograr las cosas es preciso estar convencido
del fondo, pero se deben respetar las formas. De lo contrario, hasta lo más
legítimo queda deslegitimado. Fue un verdadero regalo para los oídos escucharle
decir a la cara a los separatistas que llevar adelante su proyecto, vulnerando
el Estatut y la Constitución, los derechos de los diputados de la oposición,
ignorando las opiniones de los letrados, eludiendo un dictamen del Consejo de
Garantías Estatutarias es atentar contra la libertad y que, por su tradición
familiar iba a luchar por la libertad y no iba a cejar en ello. Fue emocionante.
A veces, entre tanta mediocridad política y tantas actitudes interesadas y
corruptas, se corre el riesgo de dejar de creer en algo grande como es la
democracia, que resulta engrandecida por personas como usted que, desde luego,
no son las más habituales en su partido. Nunca podría votar a un partido como
el que usted representa; no soy político, sino economista y podría darle
sólidas razones económicas por las que un gobierno de Podemos resultaría
desastroso para Cataluña y para España. No obstante, eso no me impide ver la
dignidad de su actuación. Debo decir que me alegro mucho de que usted sea una "rara avis" en su partido. Lo contrario sería una pésima noticia para mí. La
mediocridad – personificada en Ada Colau entre tantos otros podemitas –, la
falta de coherencia y de sentido de estado es lo más frecuente en ese partido
dirigido por un señor con coleta y, por ello, creo que nunca llegará a gobernar
este país – no por la coleta, sino por lo anterior – . Agradeciéndole
sinceramente su lección de dignidad en el parlamento catalán, le envío mis más
cordiales saludos desde Cambridge.