Cuando toca, toca y esta vez ha tocado: visita a mi ciudad natal por partida doble, sábado y domingo. En el caso de hoy, porque he dejado al hombre que más quiero en este mundo en la localidad vecina para hacer lo que más le gusta un sábado por la tarde: exprimirse las neuronas con el tablero. Le digo de salir con tiempo y menos mal que lo hacemos. Al llegar me encuentro con un paso a nivel: 5 minutos, 10 minutos...Todavía existen estos artilugios. Al dejarlo a tiempo, me voy y el coche se va solo por un desvío a un lugar que nunca, nunca había visitado. No tengo nada en contra de este tipo de educación pero no sería un lugar para mis hijos por falta de acuerdo al respecto. La educación de los hijos es cosa de dos, obviamente. Mis hijos estudian en un lugar que no usa publicidad ni la necesita por la sobredemanda anual de plazas. El centro de más nivel en formación técnica de la ciudad más grande del Principado de Asturias. Y están felices por allí. Es lo importante.
Me dirijo a la capital, mi bella ciudad natal, y todo está de mi color favorito: el azul. Del color de esta letra: el agua de las fuentes teñida de añil, las banderas azules por los balcones....La ciudad en una aparente, solo aparente calma de lo que viene mañana. Y mientras espero a que concluya, empleo el tiempo en un lugar en el que estoy sola hoy, y en el que estoy a gusto. Mucho.
Aún existen los pasos a nivel y ponen muuuuy nervioso si vas con el tiempo muy justo. No era el caso afortunadamente.
Tarde rarita ovetense.....pero a gusto.