Resulta que soy vulnerable. Y menos mal, ¿verdad?
Sin embargo, no puedo evitar que me resulte difícil entender el daño gratuito de personas que no me conocen de nada. Que jamás han hablado conmigo. Con las que no he interaccionado jamás, para bien o para mal. Y sus comentarios sobre mí me hicieron sentir así, como un pez muerto. No me entra en la cabeza porque yo no soy así. Encontré esta foto en una red social que usé muy poco tiempo (me parece muy agresiva) y me quedé con la foto. En su momento no supe porqué. Ahora sí lo sé.
Ayer y buena parte del día de hoy me he sentido así, como un pez muerto, o tan herido que parece muerto. El de la foto, seguramente lo está. En una playa asturiana.
Yo tengo la obligación de resucitar. Aunque herida, debo seguir adelante.
Y sí, debo decirles a esas personas que si pretendían hacerme daño lo han logrado. ¡Enhorabuena! Han tenido éxito. Sin duda. Me han hecho sentir muy mal, pero espero que solo 24 horas y, mañana, ya estaré mejor.
No las conozco a esas personas, ni he hablado con ellas nunca, pero yo les llamo mucho la atención (y no sé porqué, porque no soy gran cosa) y deciden hacer comentarios dañinos contra mí.
Ignoro la razón. Sigo adelante, herida pero sigo. Y seguro que me curaré, (más me vale) porque tengo muchas cosas que hacer y, entre ellas, no está herir a esas personas ni devolverles los comentarios dañinos. Les deseo que les vaya muy bien en la vida, lo merezcan o no.
